X
claroscuro>

Twitter (no) nos hará libres – Por Saray Encinoso

   

Había leído unas cuantas reseñas sobre la literatura de Jonathan Franzen antes de comprar Libertad. A pesar de lo que me habían contado los críticos de cultura de los suplementos de los grandes periódicos, el que ya empezaba a considerarse el gran novelista americano era un desconocido para mí. Había leído que su novela anterior, Las Correcciones, había demostrado que era uno de esos escritores capaces de retratar una época. Esas observaciones resultaron totalmente ciertas. No me gustan los superlativos -siempre he preferido los comparativos benévolos-, pero a lo largo de las cerca de 700 páginas de su obra, Franzen desgranaba las complejidades de la vida más íntima y de la esfera pública de una manera apasionante. Detallaba la humildad, la soberbia, la dignidad, la inseguridad, la tristeza o la felicidad. Y lo hacía con la exactitud que da la sencillez propia de un gran maestro. Leerlo me provocó una sensación adictiva y acabé pensando que el mejor nombre para englobar todo eso era, sin duda, Libertad. A fin de cuentas, sobre cada una de las situaciones que aparecen en el libro sobrevuela una pregunta: ¿cómo vivir?

Meses después de terminar su libro, y cuando ya tenía en mi poder Las Correcciones, leí una interesantísima entrevista de Iker Seisdedos en la que Franzen hablaba de cómo influyó la muerte de su gran amigo en la gestación de Libertad, de su confianza en la llegada de Barack Obama o de cómo las series de televisión se habían convertido en un subgénero de la novela. Puede que ya le hubiera hecho un hueco entre mis debilidades, pero la verdad es que me gustó su manera de razonar las cosas. Fue inevitable que en la entrevista se terminara hablando de Internet. Reconoció que puede pasarse horas buceando en la red, pero que detesta Twitter y sus sucedáneos. “Cada vez que alguien me dice que le encantan mis tuits sé que tengo que llamar a mi agente para decirle que haga algo al respecto”. Dijo una frase que me hizo sonreír: “Me molesta su estúpida retórica del progreso que acabará por hacer de este mundo un lugar mejor”. Es curioso, pero una de las personas que mejor ha entendido las complejidades de la libertad no ha encontrado ningún atractivo en esa plataforma de intercambio global. Seguramente porque se ha dado cuenta de que la mayoría de las personas usa Twitter para construir una imagen a base de links. Nos hemos convencido de que eso es la libertad, el supuesto activismo que lideramos desde nuestras cuentas de Twitter. Mientras, el mundo pasa, y está demostrando que el progreso no es ilimitado.

@sarayencinoso