Suena ya a tópico, a cuestión manida desde hace decenios. Así y todo, la situación geoestratégica de Canarias sigue siendo un valor en alza. Y cada vez que se suscita el tema en un congreso o en una reunión especializada, todo el mundo coincide en que las Islas se hallan en una posición inmejorable para actuar como plataforma logística entre Europa, África y América. Tanto lo pueden hacer en materia aeronáutica -en especial para el tráfico de pasajeros- como para el transporte marítimo, más aún en estos tiempos de globalización de toda índole. En el Foro Internacional de Estrategias Portuarias, que estos días se celebra en Santa Cruz, Tenerife ha dejado muy claro que puede convertirse en cabeza de puente comercial entre continentes. Buena parte del tráfico mundial de mercancías, lo mismo que de petróleo, se mueve en las inmediaciones de esta parte de África Occidental, y sería absolutamente lamentable que las Islas no aprovecharan esta circunstancia para potenciar su renta de situación. El vecino continente, por su crecimiento poblacional, por el nivel de desarrollo que han de alcanzar los distintos países y por la extraordinaria oferta de materias primas y minerales estratégicos que posee, está llamado a convertirse -de hecho se ha convertido ya, al menos a ojos de esa gran potencia que es la República Popular China- en una zona de enorme importancia económica. Por su propia naturaleza, los movimientos comerciales constituyen un flujo incesante de utilidades y quien ofrezca condiciones objetivas para servir de cauce en el transporte, manipulación, almacenamiento, trasvase y distribución de mercancías podrá jugar un papel relevante -incluso imprescindible- a la hora de polarizar el conjunto de intereses que se mueven en el mundo de la importación y la exportación. Cuando el puerto de Granadilla entre en funcionamiento, Tenerife podrá ofrecer dos terminales complementarias para su utilización en función de las necesidades de los operadores comerciales. Y junto a esas infraestructuras, unos servicios portuarios eficientes, unos incentivos fiscales mejorados, unos establecimientos financieros de primer nivel y -lo que no es menos importante- una certeza jurídica a la altura del primer mundo. Más la tradicional hospitalidad de esta tierra, un clima envidiable, sus conocidas ofertas de ocio y una seguridad social y ciudadana de primerísimo nivel. Con estos aditamentos bien puede decirse que Canarias, en particular Tenerife, debería poner todo de su parte para poder convertirse, como apuntó el presidente Rivero al inaugurar el Foro al que aludí al principio, en el Singapur o el Miami de la logística portuaria en esta zona del mundo. Para ello han de mejorarse unas cuantas cosas; pero el objetivo, imposible de lograr a corto plazo, sería una de las metas a las que no se debe renunciar. Lo mismo que a ser sede -circunstancial, residencial, financiera- para firmas extranjeras que operen en el continente vecino. Se trata de caminos económicos aún en mantillas que deberían aportar grandes réditos y especialidades comerciales al futuro de esta tierra. Es cuestión de proponérselo.