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Ehunmilak, el viaje de las 100 millas – Por Darío Dorta

Ya en la salida la organización cambió el reglamento para obligar a salir de cada avituallamiento con un litro de agua. Y si nos llegan a decir que por la noche llovería y tendríamos tormenta eléctrica y por el día se alcanzarían temperaturas de hasta 35 grados, hubiéramos pensado que se nos venía encima una carrera dura de verdad y no sólo por el perfil de 22.000 metros de desnivel acumulado y su dificultad técnica.

Corríamos al borde de una borrasca, según nos enteramos en mitad de la carrera, lo que nos proporcionó unas horas nocturnas de tormenta eléctrica, que más bien parecía una fiesta de fuegos artificiales; esta climatología hizo que neutralizaran a muchos corredores y no pudieran ascender al Txindoki. Al día siguiente continuó el calor y el 70% de humedad, lo que hacía de los avituallamientos un campo de recuperación.

Las imágenes de paisajes parecían postales dibujadas: prados verdes, montañas rocosas y cientos de corredores disfrutando de una carrera que no deja indiferente a nadie. Una prueba totalmente recomendable, pero que, como se comentaba al llegar a la meta, no sólo por la distancia, ya que es una de las que hay que preparar a conciencia para disfrutarla al máximo. Es una competición en la que el corredor se siente arropado. Te tratan como en casa y la gente se tira a la calle para aplaudir el duro esfuerzo al que nos enfrentamos. Es una filosofía de vida en torno a la montaña integrada en una sociedad que vive por y para la montaña. Un viaje a lo más profundo del País Vasco, donde coronar el Txindoki, Gambó, Ernio -todo montañas por encima de los 1.000 metros- y recorrer terrenos muy técnicos, junto a parte del recorrido de la clásica Zegama-Aizcorri, hace de esta cita una carrera tremendamente dura, que no deja un respiro ni a su ganador, Imanol Aleson, que con un tiempo de 22:59:19 pulverizaba el anterior récord.

Gracias a la organización y, en especial, a Mikel Valdivieso organizador y alma pater de esta carrera, por tratar a los canarios de la forma que lo hizo. Y al gran Samuel Arroyo, por convencernos a varios corredores de las Islas para participar en una carrera que no olvidaremos nunca.