Durante unos minutos pensé en una ordalÃa de llamadas telefónicas para descubrir las palpitantes entrañas de la crisis polÃtica de La Palma, pero es que me pasa como a los palmeros. Me aburre mucho. Quizás la expresión crisis sea incompatible con (digamos) la palmeridad. Desde un punto de vista etimológico crisis es, en primer término, separación, distinción, discernimiento, y con sinceridad, es muy difÃcil distinguir por sus comportamientos a los cargos públicos coalicioneros, socialistas y conservadores. Entre otras acepciones, crisis significa, también, elección, y los dirigentes polÃticos de los tres partidos mayoritarios no se han caracterizado, precisamente, por establecer un diagnóstico y tomar las decisiones pertinentes. PolÃticamente, en la isla los diagnósticos suelen ser posteriores a los funerales. La última decisión que se tomó en La Palma fue la elección de la polca de don Domingo Santos RodrÃguez para acompañar a la Danza de los Enanos en las fiestas lustrales. Y ocurrió en 1925.
Una demografÃa relativamente baja, la generosa subvención europea a la producción platanera y las inversiones en obra pública han permitido a La Palma, durante varias décadas, vivir pachorrudamente sin que el futuro, ese molesto moscardón, perturbe la dulce y provechosa modorra de su élite polÃtica y económica. Desde hace tiempo todo ha cambiado, y el cambio es, por supuesto, un factor sorprendente primero y después francamente irritante. La isla envejece, las subvenciones plataneras adelgazan y las transferencias de recursos públicos se agotan en una crisis prolongada y estructural frente a la que no se practica otra estrategia que la resignación, otra táctica que el avestrucismo. Es disparatado y ahora, en lo más crudo de la recesión, las elecciones locales de 2011, y el pacto entre CC y PSOE en la comunidad autonómica, han quebrado mayorÃas históricas y reducido a Coalición Canaria -que durante muchos años fue API- a contemplar cómo pierde las dos capitales de la isla y a resignarse a pactar con su detestado adversario histórico, el PSOE, en el Cabildo. Los coalicioneros palmeros han perdido toda iniciativa polÃtica y muchos de sus dirigentes creen estar encerrados en un cepo donde morirán de irrelevancia en un par de años. Son las debilidades, miedos y contradicciones de CC las que ceban la expulsión de los consejeros socialistas del gobierno insular. Pero todo esto no es polÃtica. La polÃtica casi está por estrenar en La Palma. Todo esto es politiquerÃa y se derrama sobre la isla en la peor coyuntura, en la más desabrida malandanza.