JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife
Mientras la mayor parte de los ciudadanos se encuentran de vacaciones, y otros tantos ya están pensando qué se llevarán en la maleta, un grupo de personas han decidido embarcarse en una experiencia que posiblemente no olvidarán jamás. Se trata de aquellos que participan estos días en las denominadas experiencias misioneras que organizan las distintas diócesis del país, entre ellas las dos canarias.
Una de estas expediciones partió el pasado 26 de junio hasta Bongor, una de las zonas más desfavorecidas de Chad, el estado más complejo del Sahel africano.
En la iniciativa participan los tinerfeños Alejandro Abrante y Gladys Rodríguez, que están acompañados por Rolando Ruiz Durán, misionero javeriano que lleva más de cuatro años organizando estas experiencias y acumula más de una década viajando por todo el mundo. Allí, además, se encontrarán con el misionero palmero Jesús Calero, quien desde hace seis años trabaja principalmente con jóvenes chadianos en exclusión social y víctimas de la guerra, intentando romper las barreras que los separan por su distinta etnia, región o religión.
FORMACIÓN
Tras un año de mucha formación, Gladys Rodríguez y Alejandro Abrante colaborarán en las distintas acciones que se llevan a cabo en la diócesis de Pala, como visitar enfermos, dar clase a niños o ayudar en la recolección de algodón y arroz, principales sustentos de una población local que debe salir adelante con rentas inferiores a los 10 euros mensuales. “Creo que es una experiencia que todos deberíamos vivir al menos una vez en la vida”, afirma Gladys, que reconoce que su familia y los amigos no lo entienden del todo. Algo similar le ocurre a Alejandro, profesor del Instituto de Los Realejos. Según explica, “todos los misioneros con los que he hablado coinciden en que se puede ser feliz con muy poco, como ocurre en África. Y yo quiero aprender eso, aprender de ellos”.
Ambos llevan años vinculados a los movimientos juveniles y de acción católica, aunque ninguno había llegado tan lejos. Alejandro Abrante, que hace unos años formó una red juvenil dedicada a los temas sociales, tiene un grupo de animación misionera, que está preparando un proyecto para llevar a cabo un campo de trabajo en Burundi. “Todos los años, con motivo de la campaña del Domund, vienen misioneros javerianos para compartir experiencias con nosotros.
Hace dos años, hablando con uno de ellos, me costó aceptar su historia. Sin embargo, a la vez pensé en sus inquietudes, en saber qué le movía a hacer todo esto. Yo soy una persona con fe, comprometida y participativa, y me llamó mucho la atención su historia”, relata a este periódico.
ÁFRICA
Como Gladys Rodríguez, siempre había tenido el gusanillo de África y las misiones, aunque tenía una visión romántica de éstas. “Cuando hablé con este religioso me di cuenta que quizá podía vivir una experiencia similar. Pero claro, estoy casado y tengo dos niñas, por lo que no me puedo ir de misionero dejándolo todo”, expone. Por eso, continuó trabajando en el proyecto de Burundi y en otro para Etiopía, aunque poder vivir una experiencia misionera continuó latente en él.
“El año pasado conocí a otro misionero javeriano, Rolando, que se quedó en mi casa durante una semana. Esos días estuvimos hablando mucho y le planteé todo lo que había vivido y lo que sentía desde que conocí la historia de su compañero. Pasados unos meses, me llamó y me dijo que había la posibilidad de ir a Chad a colaborar con un misionero de La Palma, que está creando un centro juvenil y de salud en Bongor. Entonces decidí embarcarme y colaborar con él, echando una mano en todo lo que pueda”, subraya el profesor realejero, que deja claro que “lo de misionero me queda muy grande, y tampoco voy como voluntario; ni siquiera seré un cooperante, porque no trabajaré en un proyecto concreto, sino que colaboraré en todo lo que pueda y compartiré con ellos mi cristianismo y mi fe”.