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Un fotógrafo estadounidense escapa de un grupo islamista sirio tras siete meses de secuestro y torturas

EUROPA PRESS | Nueva York

Un fotógrafo estadounidense consiguió escapar el pasado mes de julio de un grupo de islamistas sirios que le secuestraron en diciembre por creer que se trataba de un espía de la CIA y le torturaron al descubrir herramientas de fuga en la celda que compartía con su compañero, también estadounidense y cuyo paradero se desconoce, según explicó hoy el fotorreportero al diario norteamericano The New York Times.

Desde su rapto en la ciudad siria de Alepo –uno de los focos de la guerra entre rebeldes y el Gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad- el pasado 31 de diciembre, Matthew Schrier, de 35 años, ha pasado siete meses en poder de un grupo de secuestradores formados por integrantes al grupo miliciano Frente al Nusra, afín a la red terrorista internacional Al Qaeda, y Ahrar al Sham, grupo que colabora con el Ejército Libre Sirio, la oposición legitimada por la comunidad internacional.

Durante su cautiverio, Schrier conoció a otro compañero de celda, de nacionalidad estadounidense, que todavía sigue en manos de estas facciones, entre cuyos prisioneros se encontraban también soldados sirios, paramilitares, e incluso un legislador del régimen de Damasco.

A pesar de la cortesía con la que fue tratado durante los primeros días de su captura, uno de los secuestradores, de nombre Abdulá, le informó poco después de que se encontraba ante un «tribunal islámico» donde a priori «se le considera culpable» de espionaje «hasta que no se demuestre lo contrario».

Tras pedir sus contraseñas de sus tarjetas de crédito, los secuestradores procedieron a vaciar una de sus cuentas bancarias y a usar su cuenta de la web de subastas eBay para adquirir piezas de Mercedes y ordenadores. También suplantaron su identidad en correos personales que enviaron a su familia, a quien engañaron para hacer creer que se encontraba sano y salvo.

La situación de Schrier empeoró considerablemente durante el mes de febrero, cuando los guardias descubrieron un escoplo oculto y entendieron que tanto el fotógrafo como su compañero pretendían usar la herramienta para abrir la puerta de madera de su celda. Schrier fue torturado a lo largo de ese mes con descargas eléctricas en sus pies mientras sus secuestradores le recordaban la situación de los presos islamistas en la cárcel de Bahía de Guantánamo.

Tras convertirse al Islam en marzo, Schrier constató que sus secuestradores volvían a tratarle con la cortesía de los primeros días, mientras era trasladado constantemente de prisión a prisión con varios compañeros de celda. En su último destino, también en Alepo, Schrier y su compañero estadounidense –que no ha sido identificado por motivos de seguridad– se quedaron solos y procedieron a tramar su plan definitivo de huida.

El 29 de julio, antes del amanecer, el fotógrafo consiguió escapar por un agujero de la ventana del sótano en el que se encontraban. Su compañero, más grande, no pudó atravesar el hueco y se quedó en el lugar mientras Schrier se dirigiía en busca de ayuda. Al poco de abandonar el lugar donde estaba retenido se encontró con un grupo de rebeldes, que le llevaron a la frontera con Turquía.