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NORBERTO CHIJEB | Candelaria
Tiene secuestrada la libertad -cumple condena en Tenerife 2- pero no sus ansias de nadar libre como un pez. A pesar de no poder entrenar casi durante un año, el joven tacorontero Jonathan García González unió ayer, en seis horas y veinte minutos, los 20 kilómetros que van desde el Auditorio Adán Martín a la playa de los Guanches, en Candelaria, a donde llegó pasada la una y cuarto de la tarde, donde le esperaban sus padres, un buen grupo de amigos y casi medio millar de curiosos, así como una ambulancia de la Cruz Roja, donde se repuso rápidamente de la pérdida de azúcar. Jonathan, que apena podía articular palabra, se deshacía en gratitud para todos, en especial para sus progenitores, mientras su madre no paraba de decir “me lo como a besos, me lo como a besos”.
El concejal de Deportes, Ramón Gil, le felicitaba nada más alcanzar la playas de Los Guanches –que por cierto, todavía sigue cerrada al baño-, mientras Jonathan García se desprendía poco después de su traje de neopreno para acudir al camerino de la Virgen de Candelaria y depositar allí un ramo de flores, antes de recibir dos trofeos en el escenario de la plaza de la Patrona de Canarias.
Jonathan García ya cubrió las 40 kilómetros entre La Gomera y Tenerife en 11 horas y 15 minutos, mientras que también realizó las travesía del estrecho de Gibraltar o la bocana entre Lanzarote y Fuerteventura, de noche, todo el año pasado, antes de que desgraciadamente tuviera que ingresar en prisión, en donde quiere seguir manteniendo ese espíritu de vida saludable que siempre ha proclamado un deportista que no tiene otro motivo que seguir persiguiendo retos para dedicárselos a su familia. “No persigo ser ni récords ni que me comparen con David Meca”, comenta.