Mas del 10% de los niños canarios presentan alergias alimentarias

Los doctores Paloma Pazo, Ruperto González y Víctor Matheu (Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria) junto a Yvelise Barrios y Andrés Franco (Hospital Universitario de Canarias). | DA
La doctora Paloma Poza (segunda por la izquierda) junto a Ruperto González y Víctor Matheu (Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria), Yvelise Barrios y Andrés Franco (Hospital Universitario de Canarias). | DA

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Las alergias alimentarias como las que afectan a los niños del Villa Ascensión que no han podido volver a clase ante la negativa del centro a custodiar sus documentos afectan a entre el 10 y el 15% de los niños menores de 10 años, según explicó ayer a DIARIO DE AVISOS la doctora Paloma Poza, que forma parte del Comité para alergias alimentarias de la Sociedad española de alergología.

Tan elevado porcentaje, levemente más elevado en Canarias que en el resto de España “va en aumento, ya que a primeros de los ochenta se trataba de una enfermedad rara que se ha triplicado, tanto en adultos como en menores, que es donde más incidencia tiene”, añade la especialista.

A este respecto, Poza detalla que se trata de un tema de salud pública cada vez más importante, dado que “si bien hay un grupo de estas alergias, sobre todo las relacionadas con la leche y el huevo, que en un alto porcentaje (un 80% aproximadamente) son transitorias, otras son para siempre; el que tiene alergia al kiwi, por ejemplo, generalmente la tiene para el resto de su vida”.

Sobre si en Canarias se registran más unas alergias alimentarias que otras, la alergóloga reconoció que no se cuenta con cifras exhaustivas al respecto, aunque su ya amplia experiencia en la Isla le permite apuntar que “en Canarias destacan los casos de rechazo al marisco y a los frutos secos«.

Lo cierto es que estas intolerancias crecen a un ritmo que deja entrever trazas epidemiológicas, lo que ha provocado “la búsqueda de vacunas; han habido grandes avances, como lo fue en su día el autoinyector [se refiere al bolígrafo de adrenalina del que no se hacen cargo en el Villa Ascensión] y que sin duda salió como una respuesta magnífica a esos casos tan graves que pueden conducir a la muerte, ya que son muy sencillos de utilizar y no necesitan nevera”, destaca la doctora.

El caso de los colegios

Cuestionada sobre el caso de estos niños que no pueden volver a clase a la espera de que decida Educación, Poza desvela que “en los últimos años he asistido una y otra vez a casos en los que los padres se ven obligados a cambiar a los niños de centro por estos temas, y muchas veces de forma traumática ya que se produce generalmente cuando dejan las guarderías, donde los profesionales están mejor preparados para estos casos”.

Así, en los jardines de infancia “están al día, son más conscientes de la responsabilidad que tienen desde que se hacen cargo de los niños y nada más empezar el curso entregan formularios y solicitan autorizaciones”.

Para Poza, la solución ya está inventada: “Tanto en EE.UU. como en otros países europeos hay una normativa específica que incluye un plan de actuación para este tipo de emergencias. La clave es la información: Bastaría con formar a dos o tres docentes para que se sientan seguros y no despierte rechazo”.

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Los dos niños siguen sin volver a sus clases

Siguen sin volver a clase los dos niños de 7 y 5 años de edad que no han podido iniciar el curso porque su centro, el santacrucero Villa Ascensión, no custodia sus medicina de emergencias a pesar de que son alérgicos.

Están a la espera de que la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias decida al respecto, tal y como manifestó ayer a este periódico una de las madres implicadas.

Al parecer, todo apunta a que Educación medita desde hace tiempo la posibilidad de sacar algún tipo de normativa sobre estos casos, aunque en caso de ser restrictiva para los menores tendría muy difícil encaje en el actual Ordenamiento Jurídico español.

Por su parte, varios padres y madres se pusieron en contacto ayer con esta redacción para señalar que en sus centros educativos (al menos dos) preguntaban si habían niños con intolerancia alimenticia.

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