Si hay una administración local de Canarias que destaca por su empeño en trabajar con y por los países africanos de nuestro entorno es el Cabildo insular de Tenerife. Lo fue con su ya expresidente Ricardo Melchior, quien incluso puede presumir de que una calle de la ciudad de Saint Louis, en Senegal, lleve su nombre, como tributo a su decidida contribución al desarrollo en diferentes áreas e infraestructuras en ese enclave, primer fortín colonial de Francia en todo el continente; lo venía siendo con el ex vicepresidente y ex consejero de Economía y ahora flamante titular de la Corporación, Carlos Alonso; y parece ser que, a tenor de los primeros pasos dados tras su reciente investidura, seguro que lo seguirá siendo en el futuro. He tenido la oportunidad de coincidir con ambos en algún viaje y comprobar que los dos se sentían como peces en el agua en medio de la idiosincrasia de lo que llamaban los Césaire y Senghor la negritud.
Sería injusto no nombrar a estas alturas a la consejera insular de Acción Exterior, Delia Herrera, entusiasta africanista que ha conseguido en poco tiempo levantar algunos hitos inesperados, como el apoyo del gobierno senegalés a la Fundación del Instituto de Enfermedades Tropicales, dirigida por el profesor Basilio Valladares, cuya existencia peligraba debido a los recortes de la crisis en España y Europa. Lo cierto es que el nuevo presidente se ha convertido en un claro referente de la vía africana en un archipiélago algo desdibujado en el proyecto tricontinental y se revuelve contra las adversidades de todo tipo para mantener a Tenerife conectada a esa gran expectativa transoceánica que no encuentra ahora mismo otros rostros para su viabilidad entre el resto de la oficialidad. El equilibrio de la isla capitalina occidental dentro del supuesto concierto del tándem Gran Canaria- Tenerife que se esperaba, como aquella autoridad competente del Congreso de los Diputados, resulta que nunca llegó a aparecer y, desgraciadamente, cada vez es más evidente que cada cual tiene que batirse el cobre por su cuenta si quiere estar en el sitio adecuado en el momento oportuno, eso sí, con un árbitro autonómico algo alejado de los retos que auspiciaron legislaturas pasadas, como la de Adán Martín. La lucha por la conectividad de Tenerife ha tenido incluso duelos célebres en Twitter entre el ahora presidente insular y un representante de una línea aérea canaria, de los que se desprendieron sin tapujos las posiciones de cada parte, uno apelando a la regionalización y el otro a la “cuenta de resultados”. Alonso no solo sigue adelante a pesar de los pesares, sino que ya ha conseguido, con su equipo, que una de las grandes compañías africanas, la Royal Air Maroc, establezca a partir del 29 de octubre una ruta directa tres veces a la semana desde esta isla hasta el otro hub del Atlántico Sur, Casablanca. Esto promete.