X
tribuna > Indra Kishinchand López

Amor objeto – Por Indra Kishinchand López

   

Al principio de su libreta ponía: “Repetir cosas ya dichas y hacer creer a las gentes que las leen por primera vez. En esto consiste el arte de escribir”, Odysseas Elytis. Él había llegado a otra conclusión aún más lógica; las obras maestras lo eran porque destripaban la esencia del ser humano, y, en ese recorrido, los autores eran capaces de llegar a cualquier tipo de público.

A pesar de lo que solían pensar sus compañeros de viaje, Ramiro sabía perfectamente que todos los seres humanos tenían algo en común. Inexplicablemente, nunca supo decir qué, pero aquella fue la única certeza que mantuvo durante toda su vida.

Los libros que le salvaron de tantos abismos también le impidieron ser feliz de una forma infinita, sin límites. Le hacían cavilar sobre lo absurdo y replantearse incluso hasta sus convicciones más auténticas. No era él el primero en pensarlo, pero nadie pensaba como él. Y, tal y como decía Goethe, en eso precisamente se basaba la originalidad, “no en decir cosas nuevas, sino en decirlas como si nunca hubiesen sido dichas por otro”.

Observando su vida en papel entendió que había llegado a querer al objeto que la recogía. Esa y otras tantas libretas le habían reconciliado consigo mismo más de una vez; le habían hecho entender que el amor con que él las miraba hacía que otros se preguntaran qué había en ellas de especial.

De repente comprendió que era así como funcionaba el mundo, que así era como se habían desatado las guerras. Todo el mundo desearía lo mismo si con las miradas intuyeran lo que escondían los objetos.