El libro Flora y Fauna de las Islas Canarias siempre tuvo un lugar privilegiado en la librerÃa familiar. De niño uno se familiariza con el presa canario, las cabras y sus cabritos, el lagarto gigante o el perenquén. El pájaro que provoca alguna que otra alergia con su pÃo pÃo aunque ellos digan que no les va el pleito insular y alguna que otra ave de rapiña. A medida que uno crece y conoce el panorama polÃtico de Canarias, en especial el nacionalismo, siente que esas especies ya las ha estudiado antes. A donde quiera que voy en estas islas constato el arraigamiento de Coalición Canaria. Hasta cuándo, me pregunto. En los pueblos concretamente, es escandalosa la presencia del nacionalismo. Cuando escribo pueblo no me refiero a gente común y humilde de una población sino al lugar que se nutre de mucho más que la cantidad diaria recomendada, esto es, el que no se entiende sin su ración diaria y más importante del dÃa: los dimes y diretes, la infamia, la confusión y el intercambio de favores como moneda única.
Un pueblo donde la tradición se confunde con la involución polÃtica. En esta vertiente es donde CC encuentra su hábitat natural, donde nacen, crecen, se reproducen pero muy difÃcilmente mueren sus animales polÃticos. Esta es una de las tantas razones por las que urge avanzar que no es incompatible con el sano y legÃtimo sentimiento de pertenencia a Canarias. El nacionalismo es un lastre para esta comunidad pero muy especialmente para los sitios donde esta formación polÃtica tiene trincadas a familias enteras por los… por los platos donde comen. Esto es lo más bajo de toda la cuestión, la utilización de prácticas propias de otra época donde todavÃa están instalados algunos. Es ahà donde estamos llamados a cambiar esta situación, desde lo más bajo, porque la polÃtica es mucho más que un intercambio de favores cutre y pueblerino de intereses personales. Hagámoslo saber.