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el revés y el derecho>

Las ciudades que resisten (o no) – Juan Manuel Bethencourt

   

Siempre me ha llamado la atención, querido Juan, esa tendencia tan española (y canaria) de contemplar el presente desde la orilla más interesada, por lo general la dictada desde la correspondiente hermandad. Esto vale para la actualidad política, sin duda el frente más dañado por el sectarismo, y encuentra su manifestación más ruidosa en las entretelas de nuestro fútbol, con tertulias nocturnas en las que el periodismo mide su capacidad para superar los topes permitidos en el respeto y los decibelios. Hay otros frentes -y perdón por lo de frente, una palabra que me produce rechazo- en los que el duopolio del discurso también se hace presente, como es el balance sobre el estado de salud de una ciudad. Por ejemplo, de Madrid. La última vez que estuve fue hace unos meses, yo de paso, cuando tuvimos la oportunidad de mantener una sabrosa charla combinada con cocina italiana. Siempre me siento cómodo en la capital, quizá por aquello de ser lo que tantas veces se ha enunciado sobre ella, su condición de urbe abierta, que no te pregunta de dónde eres. En este sentido, debo afirmar que prefiero Madrid a Barcelona, pese a que determinados simbolismos -otra vez el fútbol- me deberían situar más cerca de la Ciudad Condal. Por el mismo hecho de su antagonismo, ahora se habla y se escribe mucho sobre la capacidad de Madrid para reclamar un trato financiero idéntico al exigido por Cataluña, lo que supondría convertir en irreversible el disparate hacia el que deriva el modelo autonómico español, muy proclive a la implosión balcanizante. Pero a lo que voy: por mis actuales tareas me fijo mucho en el diagnóstico sobre las ciudades, su capacidad para hacer frente a los nuevos desafíos. Y si atiendes a las crónicas de la prensa capitalina, para unos Madrid ha entrado en una crisis galopante, mientras que para la tribuna opuesta es el lugar que mejor resiste la crisis. Tú lo ves de cerca. Te pregunto: ¿qué tal Madrid?