Miles de personas se manifestaron el sábado por las calles de la capital en contra de los recortes. Una protesta más de las muchas que se han hecho durante esta época de crisis, pero que, al igual que las otras, de poco han servido. Solo para una cosa: que los sindicatos han perdido fuelle. Ya no tienen el empuje y el poder de convocatoria de la época anterior a la crisis. En un momento como el actual sobra decirle a los ciudadanos que llenen las calles para protestar por los ajustes. Desde los despachos sindicales de la calle Méndez Núñez es muy fácil decirle a la gente que vaya a la huelga general, que los pocos que trabajan desperdicien el salario (mucho o poco) de un jornal para acudir a una manifestación que para lo mínimo que va a servir es para detener la producción económica de una región ya de por sí paralizada. Me produce escalofríos pensar que de esta crisis solo se sale trabajando más y cobrando menos, pero lo que sí sé es que quedándonos como estamos seguiremos sin avanzar. Y esto es lo que les ha pasado a los sindicatos. Se han quedado apalancados, sin ideas, y yo me atrevería a decir que hasta institucionalizados. La prueba es la reducción de afiliados que han tenido en los últimos años. Ahora, tras la crisis, tienen la obligación de reinventarse si quieren seguir teniendo peso en la sociedad actual y recuperar la confianza de los trabajadores. Afirma José Carlos Francisco, presidente de CEOE-Tenerife, en su último libro, Canarias. La transformación, que a la destrucción le sucede la creación. Es el concepto de Schumpeter: la destrucción creativa, que lo que viene a decir es que la crisis provoca la destrucción, pero al mismo tiempo que, por ejemplo, pueden cerrar empresas, surgen otras nuevas. Y si las empresas se pueden reinventar, los sindicatos también. No es la primera vez que digo que de esta crisis, como de cualquier ciclo, solo se sale con imaginación. Ahora más que nunca debemos ser creativos para dar una salida inteligente a este caos económico. Los sindicatos, las empresas, las personas…, no tienen que tener miedo al cambio, porque anquilosarse en la situación actual solo puede llevar a la melancolía y a un letargo económico que puede llegar a ser agónico. He tenido la suerte de leer el libro de este economista transformado a escritor (aún no está en librerías) y sus reflexiones, que se pueden o no compartir, al menos merecen la pena. Dice Francisco que ahora toca reinventarnos, pero que falta coraje. Quizás tiene razón.
@MariaFresno72
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