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Jonathan García – Por Agustín M. González

   

Mi compañero Norberto Chijeb lo contó días atrás en el DIARIO con su particular estilo, mezcla de cronista deportivo y contertulio de Sálvame. El joven nadador tacorontero Jonathan García logró la proeza de nadar desde el Parque Marítimo de Santa Cruz hasta la playa de Los Guanches, en Candelaria. Tardó seis horas y veinte minutos en cubrir los veinte kilómetros de distancia entre ambos puntos. Lo consiguió con mucho esfuerzo y gracias a su enorme fuerza de voluntad porque, a pesar de ser un especialista de la natación de fondo y en aguas abiertas, no está en su mejor momento físico. Desde hace casi un año no puede entrenar porque permanece en la prisión Tenerife II cumpliendo condena. Precisamente, le conocí en la cárcel cuando participé en uno de los talleres de radio que imparte semanalmente, en el Módulo de Respeto, el compañero y buen amigo Cipriano García. Fue una experiencia muy interesante.

Al final de la sesión se me acercó Jonathan, un chico joven, fornido y educado, con un aspecto tan sano y normal como mi propio hijo. Ese día Jonathan me habló de su reto, de su gran ilusión. Iba a pedir un permiso penitenciario de tres días para demostrar a su padres su agradecimiento haciendo lo que mejor sabía hacer: nadar, nadar a lo grande. Consiguió el permiso. Se enfundó el traje de neopreno, se lanzó al agua y cumplió su reto.

La llegada a la playa de Candelaria, donde le esperaban medio millar de personas, no pudo ser más emotiva. El joven casi desfallecido se fundió en un abrazo dramático con sus padres, y luego, nada más coger resuello, completó su promesa con una ofrenda a la Virgen en la basílica. Al día siguiente regresó a la prisión, con el cuerpo aún maltrecho por el sobreesfuerzo, pero reforzado interior y anímicamente. La historia de Jonathan puede ser la historia de cualquier adolescente normal y corriente al que un día, de repente, le toca la lotería de la desgracia por un error, una equivocación o una mala compañía. Un instante le cambia la vida por completo. Pero a pesar de eso, si hay voluntad y coraje suficientes, siempre sabrá luchar para conseguir una segunda oportunidad, para intentar recuperar su libertad y su vida, como está haciendo Jonathan García, dentro y fuera del agua. Ánimo, campeón.