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el salto del salmón>

Una ONU inane – Por Luis Aguilera

   

Con ocasión de alguna cumbre iberoamericana hablé aquí de la inutilidad de estas reuniones de las que al final apenas queda una foto. De las Asambleas de las Naciones Unidas no queda ni la foto.

En realidad de asambleas tienen poco. Se supone que una asamblea es un foro donde los asuntos se discuten, se sacan conclusiones y se aprueban decisiones. Allí los presidentes y primeros ministros ni se ven y con frecuencia ni se conocen.

Cada uno llega con el “se van a enterar” y suelta su rollo tan a gusto. ¿Quién recuerda de lo que se dijo en la del año pasado o en el antepasado o en los 90 o en los 80? ¿Cambió alguna vez el mundo tras la maratónica sesión de los discursos? Porque esa es otra de sus constantes: el número empalagoso de oradores. Muchos de los cuales se despachan ante pobres y desolados auditorios.

En la ONU, la paz y las buenas intenciones machacan sobre el mismo yunque con nulos resultados. A las potencias las trae sin cuidado. Esta vez América Latina fue voz en rebeldía aunque sin duda lo que dijeron Dilma, Evo o Mujica se va a disipar mucho antes que el “olor a azufre” que dejó Obama. Aparte de la mano tendida de Irán, el tema propicio fue Siria y la consabida condena al uso de armas químicas.

Cristina Fernández se apartó del guión y fue la única que se preguntó sobre quién arma y sostiene a los rebeldes y la única que habló del doble estándar con que se nos presentan y juzgan los hechos de estas guerras. Bien dijo que nos debemos alarmar por el uso de armas químicas pero no menos que por el uso de las convencionales.

Que los mil muertos gaseados no estaban más muertos que los 150 mil destrozados por otras armas que parecen gozar de feliz legitimidad.

Y recordó además que los “buenos” que se arrogan el derecho a castigar son los mismos que han usado contra otros pueblos toneladas industriales de armas químicas.

Será justo recordar que los Estados Unidos utilizaron en Vietnam napalm, agente naranja y fósforo blanco. El napalm es un engendro de la Universidad de Harvard que encontró la civilizada fórmula para que el fuego se pegue a la piel y su calor incendie los pulmones.

Perfeccionado -Dios bendiga a Estados Unidos- Irak y Afganistán también han sufrido sus efectos. ¿Y la ONU? Bla… Bla… Bla…