X
a babor > Francisco Pomares

Pasta de ministra – Por Francisco Pomares

   

Uno de los problemas de manejar recursos públicos es que al final hay quien acaba por creerse que los dineros que maneja son suyos. Y no lo digo por quienes cambian los euros del bolsillo izquierdo (el público) al derecho (el privado). Ahora que hay menos de donde sisar, y los cuartos están mucho más vigilados por el sindicato de damnificados habituales por los recortes, se supone que el número de golfos apandadores por metro cuadrado habrá disminuido -en el mundo de la política-, como disminuyen las liebres cuando hay una sequía prolongada. A mí lo que de verdad me llama la atención no es que algunos roben.

A eso me han acostumbrado los años y los titulares. Lo que me sorprende es esa percepción patrimonial que desde el poder se tiene de la pasta de todos, y el lenguaje abochornante e infame que usan nuestros representantes al referirse al uso que dan al dinero público, como si fuera de ellos, heredado de familia o ganado en la lotería, y no de los ciudadanos. En los últimos tiempos el Gobierno del PP se lleva la palma en eso de referirse a la pasta que administran como si les perteneciera: es frecuente escuchar a un ministro o a un secretario de Estado o un diputado de la mayoría decir que él se ha gastado de lo suyo más que fulano o mengano, o que el Gobierno de Rajoy ha tenido la generosidad de darle tanto a los ayuntamientos o a las regiones, y que nadie se lo agradece.

Ana Pastor se descolgó en su apretada gira por Canarias con la curiosa explicación de que la subida de los billetes aéreos entre la Península y Canarias a quien más perjudica es a ella (no dijo “a mi ministerio” o “a Fomento” o al Gobierno de España”, dijo “a mí”) que tiene entonces que poner más dinero para la residencia.

Se le olvidó hacer la cuenta de lo que el Estado se ahorra al suprimir las bonificaciones a las tasas aeroportuarias, cuya desaparición algo tiene que ver con la subida de las tarifas, pero esa es otra historia. Esta es la de las perlas cultivadas de la ministra en lo del uso que da a su pasta, como si fuera la misma con la que se paga la peluquería, que supongo que no. Y otra perla es cuando nos dice que ya nos ayuda (a los pobrecitos de aquí) todo lo que puede y que pone 50 millones. Ojalá fuera cierto que los pone ella.

Pero -si es que de verdad llegan- quienes los vamos a poner vamos a ser los ciudadanos de este país saqueado el año pasado por 30 subidas de impuestos.