TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife
El abogado del conocido como Ponce el Curandero, acusado junto a su esposa Sonia del asesinato de los pequeños Tindaya y Joseba (de 11 y 5 años, ambos hijos de ella y solo el pequeño de Ponce), pedirá hoy la libre absolución de su defendido en la apertura de la vista oral por este caso, sin duda el suceso con mayor impacto en la opinión pública tinerfeña desde hace años.
Por contra, todas las acusaciones solicitarán para Ponce un total de 40 años de prisión (20 por la muerte de cada pequeño) en un juicio que celebrará la Sección Sexta de la Audiencia provincial de Santa Cruz de Tenerife y que puede prolongarse más allá de la semana habitual para estos procedimientos con tribunal de jurado popular.
El hecho de que Ponce se desmarque de la muerte de los pequeños resulta especialmente llamativo debido a que los policías encontraron en la casa de calle Primero de Armenia (Vistabella) donde tuvieron lugar tan terribles hechos una carta en la que el matrimonio se juramentaba para permanecer siempre juntos y en la que ya anunciaban sus planes de acabar con la vida de los pequeños para luego terminar con la suya.
Poco serios e inconsistentes
Sin embargo, los citados intentos de suicidio de Ponce y Sonia han sido considerados por el Ministerio Fiscal, que se remite a los informes facilitados por los forenses, como poco serios e inconsistentes.
Así, apenas se detectaron en su cuerpo cortes superficiales en las muñecas, y en el caso de Sonia, dos heridas incisas intercostales nada graves. También realizaron alguna probatura sin fundamento con una bombona de butano y, cuando ya la policía entraba en la casa, Ponce hizo amago de ahorcarse desde la azotea con un cable de alargador que cedió a su peso, cayendo sobre unas lavadoras que tenían en el patio.
Cuando ya se encontraban en Tenerife II, a la pareja se les negó el vis a vis (encuentro en solitario para parejas) al entender la Dirección del centro que había riesgo de suicidio. Por contra, la Fiscalía piensa que Ponce dejó de pensar en el suicidio al poco de ingresar en prisión, y que Sonia depende extraordinariamente de su pareja, por el que “haría cualquier cosa para protegerlo”, sostiene en su escrito.
Aunque el letrado de Ponce, el penalista tinerfeño Gerardo Hernández Sabina, declinó como es natural desvelar a este periódico la argumentación de su línea de defensa, el hecho de que pida la libre absolución parece poner punto final a la unidad de acción de esta pareja, que premonitoriamente se conoció cuando ambos se recuperaban de otra tentativa fracasada de suicidio en la Unidad Psiquiátrica del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria.
El agravante del parentesco
Por lo que respecta a la Fiscalía, su escrito de acusación no plantea duda alguna sobre que ambos tienen que responder -según su versión- por la autoría de ambas muertes, que califica como asesinatos dándose la concurrencia de la agravante de parentesco en el caso de ambos niños, al entender que Ponce tenía como hija propia a Tindaya dado que la cuidaba desde los tres años.