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La pretendida reforma del Senado echa el freno tras tomar impulso

   

DOMINGO NEGRÍN MORENO | Santa Cruz de Tenerife

El encaje del Senado en el modelo territorial de España se ha convertido en un rompecabezas. Sobran piezas o falta imaginación. De momento, la voluntad de afrontar una reforma intensiva de sus atribuciones constitucionales se ha quedado en un lavado de imagen que no acaba de convencer a la ciudadanía.

Está claro que sin un pacto nacional entre el PP y el PSOE no es posible la transformación. El proceso está paralizado básicamente por interés partidista. Al menos, eso parece. A la espera de que los socialistas terminen de definirse, en la conferencia de noviembre, y los populares superen el síndrome de la mayoría absoluta,la ponencia creada a tal efecto no se ha vuelto a reunir desde el 7 de junio.

Fue el 22 de febrero de 2012 cuando los grupos del Senado gestaron el nacimiento de un foro con la misión de emitir antes del verano de este año un informe acerca de una revisión tendente a reforzar el aspecto territorial y a incorporar la primera lectura para las propuestas de alcance autonómico y relativas a la financiación local.

La idea surgió de una interpelación del PSOE, enriquecida con una enmienda del PP que también concede al Senado la preponderancia en las iniciativas sobre las entidades locales.

“Una Cámara de representación territorial cuyos miembros no sean elegidos por las urnas, sino designados por los gobiernos autónomos, y con poder de veto en la aprobación de aquellas leyes que afecten especialmente a las comunidades”. Esta es la filosofía que recoge un documento interno del PSOE.

El socialista José Vicente González Bethencourt cree que “no ha habido suficiente voluntad para que el Senado se dedique preferentemente a todo lo que esté vinculado a las competencias autonómicas, que sirva incluso para dirimir conflictos entre comunidades, que el reparto de los presupuestos sea equitativo y para garantizar que existan las mismas oportunidades”. A su regreso a la Cámara alta, este senador tinerfeño se ha integrado precisamente en la Comisión General de las Comunidades Autónomas. “En su momento tuvo bastante importancia”, recuerda con nostalgia. “Es la encargada de convocar la conferencia de presidentes y a los consejeros en las citas sectoriales. Lamentablemente, no ha cuajado. Se han puesto muchos obstáculos en el camino”.

No concibe la supresión del Senado, pero sospecha que un referéndum sería negativo si no se le confiere operatividad mediante la combinación de autoridad y capacidad para decidir.

“Entiendo la preocupación”
En las dos semanas que lleva en el Senado, tras sustituir a Aurelio Abreu, el tinerfeño José Vicente González Bethencourt siente “preocupación” por la opinión que no pocos periodistas y ciudadanos le están trasladando sobre las funciones de la Cámara alta. Nombrado secretario de la Comisión General de las Comunidades Autónomas, achaca esa crítica a la circunstancia de que, a pesar de los intentos, “no se produce un encuentro profundo y responsable entre los partidos”.

A su entender, las características de España (46,7 millones de habitantes y una estructura administrativa descentralizada) “hacen necesaria una Cámara de representación territorial”.