Ya no tengo dudas. Existe una conspiración antiespañola. Debe ser que a los europeos les jeringa que los bajitos terminen ganando los mundiales de fútbol. O que siguen sin poder soportar que durante mucho tiempo, hace siglos, los castellanos, gallegos, extremeños o andaluces, armados con una pica, dejaran muy pocos sitios de Europa sin la amarga huella de una bota española. Por eso se complacen en restregarnos ahora por las narices nuestras deficiencias educativas. Ya son conocidos los informes PISA que colocan siempre a España a la cola de los paÃses europeos en la evaluación de los resultados de la enseñanza. Ahora, según un último informe, los españoles en general, hasta los 65 años, se encuentran a la cola de los paÃses de la OCDE en la capacidad para comprender un texto complejo o interpretar la factura de la luz.
Yo no sé cómo hacen la factura de la luz en el resto de Europa, pero me gustarÃa ver al listo que hizo el estudio interpretando un boletÃn de Endesa y suplicando después que le pongan a razonar la convergencia intelectual entre Kant y Espinoza. Llamar burros a los españoles es injusto. Es cierto que leemos pocos libros. Que el personal se nos ha transformado en una bóvida masa atenta a los gritos e insultos de una televisión embrutecedora que ha descubierto las excelencias financieras de crear sus propios personajillos en una rentable telerrealidad. Pero tampoco es que a los alemanes los veas paseando por la calle con un tomo de Schopenhauer debajo del sobaco.
No. Aquà pasa algo. Y lo que pasa es que les caemos como una patada en los bajos. En algunos paÃses europeos aún asustan a los niños diciéndoles que va a venir un español para llevárselos al infierno. No es posible que después de 12 reformas de nuestro sistema educativo nuestros ciudadanos sean tan brutos como pretenden presentarnos los manipulados estudios de organismos europeos, de esos que nos dan subvenciones y ayudas no para ayudarnos al desarrollo, sino para humillarnos. El resentimiento por todo lo español está traicionándoles. Les corroe la envidia. Somos campeones en el fútbol. En el paro. En el ladrillo. En los ajustes. En la pobreza. En la recesión. En los escándalos. En los conflictos territoriales.
¡Qué más da que no sepamos leer un texto complejo! Eso no hace falta que nos lo digan. Ya se sabe. No hay más que ver cómo leemos la Constitución en según qué sitios del Estado. Como si fuera el recibo de la luz.