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El tamaño de la empresa – Por Juan García Padrón

Los factores que han determinado la pequeña dimensión de las empresas en Canarias son históricos (como consecuencia de la fragmentación y de la insularidad) y tienen que ver con las políticas económicas y las restricciones normativas. Probablemente han existido otras razones, pero yo expongo las que considero más resaltables desde 1986, cuando España se incorpora a la entonces CEE y Canarias entra en ella a través del artículo 25, el llamado protocolo II, disponiendo de la libre circulación de mercancías, los actos relativos a la legislación aduanera y la política comercial en las Islas Canarias. En ese momento, Canarias quedó fuera de la Política Agraria Común y de la de la Pesca, hasta 1991, que se establece la incorporación completa en las políticas comunes y el proceso para la realización del mercado interior. Entonces se establece el programa Poseican.

En esos seis años, tanto los comerciantes como los agricultores estuvieron en continuas discusiones y poco se hizo por el desarrollo de las empresas. También se cambió de origen a destino lo que se denominó Régimen Específico de Abastecimiento (REA), que, anteriormente, en lo relativo a las cantidades que se ahorraban a cada producto, se deducían desde el origen y, en ese momento (con motivo de la incorporación completa de Canarias a Europa), las bonificaciones se trasladaron a destino, creando bastantes polémicas por la pretensión de los comerciantes canarios de cambiar las cantidades y tonelajes recibidos de unos productos a otros. No obstante, se produjeron consecuencias en la franquicia fiscal sobre el consumo con la promulgación de la Ley 20/1991, que producía un trato fiscal ventajoso y favorecía condiciones adecuadas de desarrollo económico y social en Canarias. Por otra parte, en la Ley 19/1994, del 6 de julio, se regulan los aspectos económicos del REF y se crea en su artículo 27 la Reserva de Inversiones de Canarias (RIC), incentivo que es continuación del Fondo de Previsión de Inversiones. El instrumento de la RIC puede considerarse de gran importancia para las inversiones de los empresarios canarios por lo que supone para la contratación de personal y consolidación de las empresas. Yo pienso que una parte de la RIC se debería poder aplicar a fusiones o absorciones de sociedades canarias de pequeño y mediano tamaño, para lograr mayor dimensión.

La idea es que sociedades del mismo sector (de cualquier isla) que tengan RIC puedan realizar ampliaciones de capital para establecer procesos de fusiones ampliadoras, con el objeto de conseguir una dimensión financiera (fondos propios) más optima. Al ser una empresa más grande, ello permite conseguir un mayor volumen de facturación, más adecuado al mercado regional, estableciendo al mismo tiempo economías de escala y aprovechando sinergias y buscando la externalización de éstas en África occidental.

La mayor parte de las fusiones persigue la reducción de los costes fijos, la ganancia de cuota del mercado, la necesidad de una dimensión crítica mínima y una pauta beneficiosa para el consumidor final. La política gubernamental en Canarias rara vez ha potenciado el aumento de la dimensión media de la empresa. Lo fundamental es adquirir mayor tamaño para sobrevivir en una economía globalizada y poder ser más competitivos.

Creo que así es posible que se produzca estabilidad en el empleo y la supervivencia de muchas empresas. La autorización de la fusión a través de la RIC se puede condicionar a dos aspectos laborales muy importantes: por una parte, la conversión de todos los empleos eventuales en fijos, con solo de tres a seis meses de prueba, y por otra parte, a la igualdad absoluta de género para iguales categorías y conocimientos profesionales. Sabemos que Europa tendría que aprobar esa propuesta (y no es fácil), ya que esta inversión no es un activo fijo, pero, aunque sería para el circulante, se podría evitar la desaparición de muchas empresas con el consiguiente efecto en las listas del paro. Quizás sea ahora un buen momento para plantearlo, dado que se negocia hasta final de año la renovación del REF para el periodo 2014-2020.

En contra de la dimensión de las empresas cabe destacar:

-Hasta la incorporación plena en Europa (1991), Canarias no comenzó a recibir dinero para las infraestructuras, que, hasta ese momento, eran muy escasas; con un mercado interior fragmentado; por lo que la demanda regional se hace inaccesible, a menos de incurrir en elevados costes de transporte y largos plazos de entrega de todos los productos.

-Las limitaciones del sistema financiero son también un factor contrario al crecimiento. La baja rentabilidad empresarial, junto al elevado coste del crédito (actualmente el crédito es concedido a algunos privilegiados), viene siendo un gran problema sobre los resultados.

-El aumento del gasto público debe controlarse al máximo dado los problemas del déficit, y se está produciendo, por un lado, el aumento de la presión fiscal, y por otro, las dificultades del sector privado en el mercado de crédito.

-La nueva normativa laboral, reformada recientemente, hasta que no esté suficientemente clara puede ser una restricción igualmente, un lastre para la actividad empresarial.

-Y otra restricción de la dimensión empresarial es la fiscalidad de estas entidades.

Las limitaciones tienen un carácter más intenso a medida que las empresas afectadas son de menor tamaño. Las empresas pequeñas o microempresas, como es el caso canario, tienen menos posibilidades de ofrecer retribuciones para la contratación de gestores de alta calidad, tienen más difícil el acceso al crédito y a los mercados de capitales y, si acceden, es con un coste de financiación más elevado. También carecen de masa crítica suficiente para acometer proyectos de investigación y desarrollo o para embarcarse en la creación de sucursales en el extranjero. La teoría dice que una fusión, para ser buena, debe satisfacer a los destinatarios de esta: los accionistas, los clientes, a los que la nueva entidad debe proporcionar mejor servicio en calidad y precio, y los trabajadores, que deben ver asegurados sus puestos de trabajo. La eficiencia de las empresas aumenta con el tamaño y su estabilidad crece con la dimensión y la internacionalización; la rentabilidad y la dimensión aparecen vinculadas directamente. Es conveniente que la política económica potencie con medidas correctas el aumento de la dimensión empresarial. La dimensión óptima crece con el tamaño del mercado y éste, a su vez, depende del grado de apertura de la economía. La polémica acerca del tamaño de la empresa es menos relevante que la relativa a su dimensión óptima. Por otro lado, la capacidad de competir en mercados abiertos requiere empresas grandes asumiendo posiciones de liderazgo en sus respectivos sectores. La probabilidad de quiebra se reduce con el aumento del tamaño, pero sólo si se tiene un buen gestor.