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Vicente Jorge Dorta – Por Sara Ferrera

La vida religiosa de Arafo está de luto y conmocionada por el fallecimiento, un tanto inesperado, el pasado domingo 20 de octubre, de Vicente Jorge Dorta, quien fue durante 53 años párroco de nuestro pueblo. Güimarero de nacimiento y arafero de adopción, la muerte de este ilustre sacerdote nos ha dejado sumidos en la más profunda tristeza. Los araferos lo considerábamos un miembro más de nuestra familia. Permaneció entre nosotros desde 1954 hasta el 4 de septiembre de 2007, fecha de su jubilación. En ese momento se trasladó a vivir, desde la casa parroquial de Arafo, a la vivienda familiar situada en San Pedro Arriba. A partir de ese momento, si algunos de los sacerdotes de la comarca sureste precisaban de sus servicios, él les ayudaba, siempre que podía, con gusto; sobre todo en Arafo y Güímar, sus dos queridos municipios. Al igual que nunca faltaba su responso a las personas fallecidas de los dos lugares citados.

Don Vicente se encontraba muy bien física y psíquicamente y con una memoria prodigiosa. Persona de carácter introvertido, era muy correcto y respetuoso en el trato. Poseía una gran educación y notable humildad, cualidad tan necesaria en el sacerdote.

Gozaba de mucha estima entre sus feligreses por su ayuda espiritual, bondad, tolerancia, entrega, humanidad, sencillez, afecto, generosidad…

Si algo tenemos que destacar de su fructífera labor pastoral sería, entre otras cosas, su dedicación a los enfermos, a los que visitaba y ayudaba con su apoyo físico y espiritual, su afecto y consuelo…

Que era un sacerdote muy apreciado en Arafo y Güímar quedó patente en la gran manifestación de duelo que se vivió durante su velatorio y en la misa exequial, que fue grandiosa. La iglesia matriz de San Pedro Apóstol se hizo pequeña para acoger a la multitud de personas asistentes. Me comentó un amigo güimarero que nunca antes había visto algo semejante. Se encontraban más personas de pie que las que, sentadas, llenaban las tres grandes naves que conforman la iglesia. Presidió la misa monseñor Bernardo Álvarez, quien predicó una sentida homilía dedicada al finado. Había más de 50 sacerdotes , el Coro del Seminario y la Hermandad del Santísimo. También estaban presentes los alcaldes de Arafo y Güímar, concejales de ambos municipios, otros políticos isleños, etc. Finalizada la eucaristía, el féretro, a hombros de sacerdotes, fue recibido, a la salida del templo, por las notas, tristes y hermosas a la vez, de una marcha procesional ejecutada por la banda La Nivaria de Arafo. La emoción nos embargaba a todos.

Don Vicente nació el 22 de abril de 1928 en Güímar. Con 14 años ingresó en el Seminario y en 1953 dijo su primera misa en la iglesia de San Pedro de Güímar. Desempeñó los siguientes cargos: coadjutor de San Pedro, capellán (hasta su defunción) del colegio Nazaret, profesor de religión del instituto Mencey Acaymo (24 años), párroco de Nuestra Señora de Fátima en Güímar (22 años), en conjunción con las parroquias araferas. Fundador de la Santa Cruz del Lomo de Mena, arcipreste del distrito de Güímar y párroco de Arafo (53 años).
Estaba en posesión de numerosas distinciones y homenajes. Cabe destacar:

Hijo Adoptivo de Arafo. La calle donde está situada la casa parroquial de la Villa , está rotulada con su nombre. Recibió la medalla de la Virgen del Socorro. Se le otorgó, junto a sus dos hermanos sacerdotes, la Medalla de Plata de la Ciudad de Güímar. Además la calle que lleva al Monasterio de Nuestra Señora del Socorro -del que fueron promotores y artífices estos tres insignes güimareros- lleva sus nombres.

Durante su larga tarea ministerial, alcanzó grandes logros y vivió varias e importantes efemérides. El 21 de marzo de este año, celebró sus 60 años de sacerdocio. María Auxiliadora y la Virgen de El Socorro eran las dos advocaciones a las que don Vicente profesaba la mayor veneración. Ha entregado su alma a Dios un gran sacerdote, una buena persona que ha dejado una huella indeleble en Arafo. Su vida estará por siempre unida a la historia de nuestra Villa. Descanse en paz el querido amigo y ejemplar sacerdote.