Victoria de prestigio

Una jugada del encuentro que enfrentó a tinerfeños y coruñeses. | SERGIO MÉNDEZ

MARTÍN-TRAVIESO | Santa Cruz de Tenerife

El CD Tenerife confirma la línea ascendente que dibujó en Ponferrada cosechando un brillante triunfo ante un inoperante Deportivo de la Coruña, el equipo que más pobres sensaciones dejó a su paso por el Heliodoro Rodríguez López. Carlos Ruiz y Aridane Santana, al principio y al final de la segunda parte respectivamente, anotaron los goles en una tarde brillante de los locales. Para la estadística queda que el de ayer es el segundo triunfo consecutivo, que en ambos la meta blanquiazul ha quedado a cero y que es la tercera alegría de la temporada que el Tenerife le concede a sus aficionados.

La primera parte fue dominada, de cabo a rabo, por el equipo local, que desde el inicio del duelo quiso hacerse con el control del balón. Bien plantado en defensa, al igual que el Deportivo, el Tenerife fue avanzando metros poco a poco, sin embargo no llegaba con claridad a la meta defendida por el cancerbero Lux.

Fue en el minuto 15 cuando se produjo el primer acercamiento destacable a la meta rival. Ruiz peina un córner que sale rozando el poste. Inmediatamente después, Aridane dispara de lejos y su lanzamiento se marcha muy elevado.

A esas alturas de partido, era evidente que Ayoze era el jugador más peligroso del Tenerife. Casi todos los balones de ataque pasan por las botas del canterano, que en cada partido crece y crece. A duras penas los centrales coruñeses podían sujetarlo en corto. En el minuto 34, un disparo cruzado del joven atacante lo detiene Lux sin problemas. Fue solo una pequeña muestra del enorme peligro que lleva el de María Jiménez.

La mejor ocasión, que no llegó a ser tal, del Coruña llegó en el minuto 40, cuando Bruno desbarata una oportunidad con mucho peligro de Bicho. Tras eso, llegó la conclusión de la primera parte, marcada por el escaso trabajo que tuvieron ambos cancerberos.

Aridane Santana celebra con sus compañeros el segundo gol. | SERGIO MÉNDEZ

Fue en el segundo acto cuando el duelo se animó. Siempre acostumbrado a recibir goles en la segunda mitad, el Tenerife se empeñó en cambiar este macabro guión. Fue en una jugada de estrategia, en un lanzamiento de esquina que ejecutó Quique Rivero en el minuto 57 y que había provocado Suso, quien nada más entrar al campo intentó llevarse el balón ante el veterano Manuel Pablo. En el primer palo esperó el centro Carlos Ruiz, quien peinó la pelota con dirección al segundo palo. Nadie se interpuso en la trayectoria del esférico y la alegría por el gol se desbordó en las gradas poco pobladas del Heliodoro. Era el primer tanto del defensa andaluz.

Cos este escenario, al cuadro gallego no le quedó otra que asumir muchos más riesgos. El Tenerife se replegó y jugó al contragolpe, cerrando líneas Cervera con un trivote en la medular. Ros acompañó a Rivero y Sanz. Al Coruña le resultaba muy difícil superar esta barrera. Por su parte, Vázquez (desde la tribuna por su sanción), ordenó arriesgar el todo por el todo y colocó una defensa de tres centrales. Para eso metió a Kaká poco después del gol de Ruiz. Esto se tradujo en una mayor posesión de balón de los visitantes, aunque con los consiguientes desajustes defensivos, de los que no supieron sacar partida los jugadores insulares hasta muy al final.

Quique Rivero dejó para la grada, a los 77 minutos, una buena ocasión. Un disparo desde fuera del área levantó al público de sus asientos y metió aún más miedo en el cuerpo a los jugadores deportivistas, quienes encontraron en Rudy a su jugador más peligroso y combativo. No obstante fue de Manuel Pablo la ocasión más peligrosa del encuentro. Un error de Cámara, el único que cometió en el partido, propició que el zaguero grancanario metiera el pase de la muerte que no encontró rematador. Lo interceptó Roberto muy acertadamente, en la única ocasión de verdadero peligro del Deportivo. Eran esos minutos de sufrimiento para el equipo tinerfeño. No por el peligro del club gallego, pero sí por el dominio que poseía su rival.

Con estos apuros llegó el minuto 90 de partido, por lo que restaban los cuatro de añadido que había decretado el colegiado. En el 46 llegó la sentencia del duelo y el final del sufrimiento. Suso, de lo mejor de la segunda parte, tras una larga carrera asistió a Aridane, para que el delantero, libre de marca, refrendase una sufrida pero merecida victoria.