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De vuelta – Por Fran Domínguez

Atrás queda la caprichosa canícula, los días de tertulia familiar, de revisitación de afectos, de atardeceres ya casi olvidados, de lugares reencontrados y en algunos caso bienhallados… La vuelta de las vacaciones -para los que al menos las podemos disfrutar, que no es poco en estos tiempos de tijeras y hachas y de otros instrumentos (re)cortantes- siempre supone una auténtico choque de bruces con la realidad, con la cotidianidad gris, sin tiempo casi de dar pábulo a depresiones posvacacionales y otros traumas otoñales.

Vuelves y vuelve todo, también los desvaríos en forma de declaraciones, como la del ministro Montoro -que sin cortarse un pelo, y no lo digo con segundas-, propala eso de que los sueldos “no están bajando” en España (perdonen que no me ría a carcajadas y me muerda la lengua porque es casi lo único que desciende en este país en el que todo sube, incluida la estupidez); o ya más cerca en la distancia, aquí mismo, al ladito, Antonio Vélez, secretario de la Federación Canaria de Ocio y Restauración (Fecao), lanzando, sin anestesia que valga, que las “mujeres no tienen iniciativa empresarial”.
Vélez, reincidente en los fueras de tono -ya en febrero dijo otra lindeza sobre que “las personas viejas de carnes fláccidas o voluminosas masas que se ven en algunas playas de Canarias solo inspiran lástima, burla o repugnancia y son malas para el turismo”-, me parece que tiene que ver un poquito más de mundo -y no hace falta irse a la Cochinchina para ello-, o al menos verlo de otra manera.

Vuelves y vuelve todo, también las mociones de censura en los municipios -norteños y sureños- de esta querida isla picuda y siempre sorprendente, ahora en la vitivinícola Tacoronte, con el sempiterno quítate tú pa ponerme yo; con sus justificaciones y excusas, con la recurrente apelación de que si se presentan es por el bien del pueblo y bla, bla, bla -que ya me sé la canción-; y con la letra pequeña de todo movimiento que no vemos pero que intuimos, y que a la postre, pese a cabreos, manifestaciones altisonantes, amenazas directas y veladas, anuncios y expulsiones y demás poses para la galería, la cosa quedará como está. Aquí no se mueve nada ni nadie. De momento.

Vuelves, porque siempre vuelves -a no ser que te llame la parca-, y vuelve todo, hasta el llanero solitario Wert y su unilateral reforma educativa. En fin, que por volver que no sea. Ya lo dice el conocido corrido mexicano…