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... y no es broma>

“El rubio perfecto” – Por Conrado Flores

   

Pasarán décadas y se seguirá hablando de él porque ya es uno de los personajes más inquietantes de nuestra monarquía contemporánea. Es Iñaki Urdangarín, el que durante años fue el prototipo de yerno perfecto. El alto, el rubio, el de los ojos azules. Su primer contacto con la infanta Cristina se acerca bastante a una escena propia de cualquier esquina de barrio periférico. Porque dicen los que saben de esto que cuando esta vio por primera vez a Iñaki durante los Juegos olímpicos de Atlanta en 1996, preguntó “¿quién es ese rubio?”.

Y así fue que se lió con el rubio y tal, no sin antes levantárselo a una plebeya de cuyo nombre nadie se acuerda. Poco después llegó la boda real, esa especie de Exposición universal de pamelas que tenemos de cuando en cuando en los países monárquicos, y tras ella ambos se pusieron a tener hijos uno tras otro hasta perder la cuenta. El tipo parecía ser perfecto y todas las madres del país lo querían como yerno tras verlo en las páginas interiores del Hola mientras se hacían un tinte.

Pero todo el mundo sabe que cuando un espabilado quiere hacer dinero en España se mete a político o monta una fundación sin ánimo de lucro. Y como a él no hay político que le diga que no, pues la montó. El tema es que, a medida que pasaba el tiempo, el incremento patrimonial del Duque de Palma empezó a dar el cante y el rey decidió enviarle a EE.UU., como hacen algunos padres ricos cuando creen que su hijo se está juntando con golfos. Y como D. Juan Carlos tiene amigos en todas partes se le colocó en Telefónica para evitarle que andara por ahí echando currículums. Así fue como la infanta Cristina, Iñaki y su prole huyeron a Washington.

De vuelta a España estalló el escándalo de Noós y el duque nos empezó a parecer menos alto y menos rubio, y las que antes le gritaban “guapo” ahora le gritaban “golfo” de camino a los juzgados. Por si fuera poco, recientemente han salido a la luz los mails que se enviaba con su mujer y amigos en los que se mofaba del resto de miembros de la familia real. Vamos, una joya.

En septiembre su mujer se fue a Ginebra pero esta vez sin Iñaki. Quién sabe, quizás ronca por las noches. Allí sus hijos asisten a uno de los mejores colegios del mundo y entre todos nos gastaremos unos 300.000 euros al año en su seguridad personal. Recuerdo a Jaime de Marichalar, vilipendiado por su imagen de pijo, vividor y noctámbulo. Hoy nos parece Don Pelayo al lado del rubio perfecto.