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Los ex, la lotería y la seguridad – Por Miguel L. Tejera Jordán

   

Los ex, (presidentes, ministros y lo que caiga), se ponen de moda en la recta final del año. Destaca José María Aznar, que va contando sus experiencia por entregas y pretende que el gobierno asista al completo a la puesta de gala de cada uno de sus tochos. Aznar está de capa caída. Nadie le hace caso; ya no tiene mucho éxito con sus conferencias en el extranjero y quiere pagarse el ibérico de Nochebuena (y los reyes de los nenes) con el cheque adelantado por la empresa editorial que le imprime sus engendros.

De todos modos, no tiene nada que temer. Si la cosa se le pone fea, su mujer abrirá una escuela de idiomas en Madrid, preferentemente una academia de inglés, en la que ambos puedan relajarse tomando two cups of coffee in the Plaza Mayor…

Otro ex que no tiene para churros es el Zapatero, parapetado en el Consejo de Estado, que no sirve para nada, salvo para resguardar del chaparrón a toda suerte de ineptos, de quienes, sin duda, es el líder. Que hasta otro ex, el señor Solbes, uno de sus ministros, se lo espeta en público en otro libraco. Que le vino a decir que no hundió España en la miseria de puritito milagro. O sea, por mera suerte. Mala suerte nos trae este año el más cutre y horroroso anuncio de la Lotería de Navidad. Con una Caballé descoyuntada por la cirugía facial. O con un Rafael que luce una caladora eléctrica de madera por dentadura. He visto el anuncio una sola vez. No quiero que me traiga mala suerte y no me saque ni los reintegros. Tampoco quiero perder las uñas con los dientes del consuegro de Bono, otro ex.

Quien nos reintegra al pasado es el gobierno nacional del PP del señor Rajoy. Introducirá tales cambios en la ley de seguridad ciudadana, que someterá a los españoles, como Maduro a los venezolanos, a sus santos deseos. No podremos manifestarnos, se terminaron los escraches a los políticos y las concentraciones frente al Congreso o el Senado. Y también cambiará la ley de huelga, de tal modo que ni médicos, enseñantes o barrenderos podrán perturbar laboralmente sus respectivos sectores, todo ello en beneficio de la comunidad (de la comunidad de la minoría silenciosa de banqueros, grandes empresarios y obispos del siglo XV que siguen rigiendo, pese a todo, los designios de esta España. Que retrocede a la etapa preconstitucional).

El PP cambiará pronto la gaviota blanca sobre paño azul por una camisa parda y botas de cabalgar, correas de cuero y porras de goma al cinto. Y en las muñecas, brazaletes y pulseras rojas y gualdas, faltaría más…

Lo dejo escrito antes de que cambien la ley.

Después no podremos abrir la boca.

Así se empieza…

Lo malo es que no sabemos cómo termina.