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Encuentran el cadáver del desaparecido en la playa de Los Patos

   

cadáver turista ahogado playa del Pozo La Orotava

Llegada del cadáver al muelle portuense. / MOISÉS PÉREZ

LUIS F. FEBLES / TINERFE FUMERO | Puerto de la Cruz

El cadáver de un hombre dado por desaparecido en la mañana de ayer en la playa del Pozo, en el término municipal de La Orotava, fue encontrado al mediodía por Salvamento marítimo flotando muy cerca del Lago Martiánez, trasladándolo hasta el muelle de Puerto de la Cruz. Se trata de un alemán de 50 años de edad que llegó ayer a Tenerife.

El médico forense confirmó su fallecimiento y efectivos de la Guardia Civil se hicieron cargo de las diligencias, según datos recopilados en el Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (Cecoes) 1-1-2 del Gobierno de Canarias.

Según fuentes del dispositivo de búsqueda, la víctima desapareció mientras se bañaba entre la playa del Pozo. Una vez alertados, agentes de la Policía Local de La Orotava comenzaron las pesquisas para averiguar su identidad. Salvamento Marítimo activó un helicóptero y una embarcación durante la búsqueda, con el triste resultado expuesto.

Antecedentes

Lamentablemente no es la primera ocasión que las corrientes existentes en las aguas que bañan las costas canarias juegan una mala pasada a nuestros visitantes, desconocedores de los peligros que en ocasiones llevan consigo las mismas.

Un antecedente de lo acaecido ayer al infortunado alemán ahogado al día siguiente de su llegada a Tenerife tuvo lugar en La Palma hace ya un decenio.

Fue en junio de 2003 cuando un hombre de 29 años natural de León y residente en Valladolid se ahogó en la playa de Nogales, término municipal de Puntallana, justo un día después de su llegada a La Palma en compañía de un amigo, con el que se disponía a pasar unos días que se tornaron trágicos. Como en su día contó DIARIO DE AVISOS, los dos hombres, ambos de edad inferior a los treinta años, decidieron iniciar su periplo alquilando un coche con el que llegaron, después de varias paradas, hasta Puntallana, donde quedaron prendados de la belleza natural del paraje. Lo que a buen seguro desconocían es el ímpetu de las corrientes acuáticas en esta zona del litoral palmero, que terminó costándole la vida a José Ignacio ante la mirada impotente de su amigo.