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Umberto Pelizzari, el heredero de Glauco, embajador de Adeje

   

Umberto Pelizzari apnea

Umberto Pelizzari. | DA

JUAN S. SÁNCHEZ | Santa Cruz

El Gran Azul la puso de moda hace varias décadas, pero la apnea existe desde que existe el mar. Umberto Pelizzari, una leyenda, un hombre enamorado de Tenerife, uno de los grandes de la historia, regresó la pasada semana a la Isla para ofrecer conferencias, participar en actividades y recuperar para la actualidad una de las disciplinas deportivas que mejor mezcla el equilibrio entre el cuerpo y la mente.

Pelizzari carga a sus espaldas con el honor de haber sido el primero en rebasar la barrera de los 150 metros en la categoría de no limits y de los 80 metros en peso constante. Su rivalidad deportiva con el cubano Pipín Ferreras sólo es comparable a la que mantuvieron el italiano Enzo Maiorca y el francés Jacques Maiol, la que recoge en la ficción aquella inolvidable película de Luc Besson que en este 2013 cumplió 25 años desde su estreno. El italiano Pelizzari recogió el testigo de los dos mitos convirtiéndose en el Glauco del Siglo XX.

Esta semana los apneistas tinerfeños pudieron disfrutar de sus consejos, de su amabilidad y su humildad. Pelizzari, que tiene instalada en Adeje una de sus academias de formación y promoción de la apnea, reconoció que el municipio sureño “es lugar ideal para practicar la apnea. Estoy muy orgulloso de poder ser el embajador de Adeje en el mundo”. Esa frase es algo más que un eslogan para Adeje, es una realidad.

El mega campeón transalpino, además de hablar para la prensa, los aficionados, los más jóvenes y los estudiantes de la Universidad de La Laguna, participó también en varias actividades organizadas como la travesía en catamarán para poder avistar ballenas y la inmersión en la zona de la Caleta de Adeje donde niños con discapacidad pudieron ser partícipes de una jornada que nunca olvidarán y Pelizzari tampoco.

En la conferencia de prensa que ofreció en las instalaciones universitarias el deportista italiano estuvo bien arropado por representantes políticos locales, pero ahí abajo, a tantos y tantos metros bajo el mar Pelizzari no está solo. Allí su cuerpo se funde con el agua y se convierte en un único elemento. El mito prometió volver cuanto antes.