La Administración de Justicia dejó abandonado ayer a su suerte a un testigo de un juicio de asesinato que cambió su declaración al no reconocer al acusado que sà identificó en la instrucción, circunstancia comprensible dado que desde entonces hasta ahora dicho inculpado ha dejado la heroÃna, ya no toma ni metadona y ha ganado aproximadamente veinte kilos de peso, sin duda beneficiado por su régimen actual en Tenerife II.
El incidente tuvo lugar en el juicio que celebra la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife por la muerte violenta de un vecino de San Isidro (Granadilla de Abona) acaecida en marzo del año pasado, y el testigo es importante aunque no trascendente dado que fue la persona que compró el móvil de la vÃctima.
La Guardia Civil, durante su loable trabajo de investigación para averiguar la identidad del ahora sospechoso, dio con este testigo gracias al GPS del aparato. Este detalló que se le habÃa comprado a un desconocido y lo identificó por fotografÃa. Comoquiera que coincidÃa con el dueño de una de las muchas huellas encontradas en el escenario del crimen, los guardias interrogaron al ahora acusado, quien estaba encarcelado por robo y confesó la autorÃa, si bien alega que fue en legÃtima defensa.
Volviendo al joven testigo, que vino a Santa Cruz de Tenerife gracias a unos guardias que también tenÃan que declarar, explicó que si el saludable joven que ayer se encontraba en la sala era el de la foto que señaló, entonces sà que lo identificaba, pero que no se le parecÃa en nada.
Aunque el testigo en cuestión se negó a hacer declaraciones y solicitó que no se le identificase, este periódico averiguó que la Administración de Justicia no le abonó el viaje de vuelta. Estaba previsto que volviera a casa con los guardias, pero cuando estos se excusaron por motivos laborales, las gestiones ante la Dirección General de Justicia del Gobierno de Canarias tampoco dieron sus frutos. Finalmente, un buen samaritano pagó la guagua del testigo, que esperó más de cinco horas en la entrada del Palacio de Justicia santacrucero.
Una tortura para los extranjeros
El caso del testigo de ayer que se quedó sin medios para volver a su casa del Sur a pesar de que advirtió de que estaba sin dinero no es el primero que tiene lugar ni, lamentablemente, el más grave que se recuerda en relación con la Administración de Justicia de ayer. En los pasillos del Palacio de Justicia aún se comenta el caso de una ciudadana británica que se desplazó a la Isla para testificar en un juicio por violación y que sigue a la espera de que se le reembolse el importe de aquel viaje. Otro caso, más antiguo, es el del marido de una mujer asesinada al que no abonaron durante tres años el pasaje desde su Alemania natal para declarar como testigo en el proceso por el crimen de su propia esposa. Finalmente, la presentación de una demanda forzó un pago que, según los especialistas consultados, corresponde a la Dirección General de Justicia del Gobierno de Canarias.