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Es tan sólo fútbol / Donde no hay orillas – Por Juan Cruz / Juan Manuel Bethencourt

   

Es tan sólo fútbol – Juan Cruz

En el fútbol de las islas, querido chicharrero, soy un pastelero. Mi equipo es el Puerto Cruz, pues fue el primero de mis equipos; tenía un problema aquella afición, pues el equipo de mi pueblo vestía de blanco, y yo iba (voy) contra los blancos del Madrid (algo de lo que hablaremos luego). Pero era de aquel Puerto Cruz de Tito Del Pino, de Donato, de Marina, de Mingole (estos últimos eran canariones, por cierto…). Lo llamaban el pequeño Real Madrid, y a veces lo parecía, aunque te recuerdo que los portuenses solemos exagerar sobre nosotros mismos. Y luego soy de la Unión Deportiva Las Palmas y del Club Deportivo Tenerife, o viceversa. Cuando ganan o pierden siento emociones parecidas, y me da rabia que la historia del fútbol canario no se compadezca hoy con la representación futbolística de los dos clubes, o al menos de uno de ellos, relegados demasiado tiempo a categorías inferiores. A nivel nacional (estatal, decía Solé Tura, es una cursilada) mi equipo es el Barça, como ya te anuncié. Lo es a niveles patológicos, de modo que cuando pierde (o cuando gana el Madrid) se me sube el grado de melancolía a niveles insuperables. Ahora le ha ganado el Tenerife a la Unión Deportiva Las Palmas, y se comprende la euforia que este triunfo espectacular ha causado en nuestra isla. Entiendo, por otra parte, la decepción que se sentirá en Gran Canaria, isla a la que amo como amo cada una de nuestras islas, incluidas La Graciosa y Lobos. ¿Qué hacer ante este amor compartido por la UD y por el CD? No sé cómo lo ves, pero yo lo resuelvo poniendo en marcha una convicción de la que no me arrepiento: creo que lo que sucede es fútbol, ni patria chica ni patria muy chica. Pueden empatar, pueden perder, pueden ganar: cualquier resultado es producto del accidente o de la calidad del juego. Que un triunfo futbolístico vaya más allá de esos niveles y de esos méritos es soñar con pajaritos preñados. No sé cómo lo ves.

Donde no hay orillas – Juan Manuel Bethencourt

Tan cercanos están Tenerife y Las Palmas en esto del balón, querido Juan, que futbolistas nacidos en una u otra orilla han sido santo y seña de los colores vecinos. Esta realidad figura en la crónica de las décadas pasadas. Yo empecé a ir al Heliodoro con un primo mayor que yo, Juan Carlos, que se extasiaba en el elogio sobre las cualidades de Jorge Hernández, aquel maravilloso centrocampista del CD Tenerife en los años setenta. “Ahí va el maestro, el catedrático”, repetía mi apreciado pariente cada vez que Jorge se hacía con el cuero para tratarlo con especial sutileza. Pues aquel artista terminó sentando cátedra también en la UD Las Palmas, como habían hecho antes el gran Luis Molowny, o, casi el mismo tiempo, otros talentos de nuestra cantera, caso de Martín Marrero o el recientemente fallecido Justo Gilberto; como haría años más tarde Juanito, el Beckenbauer de Taco. Toño Hernández, un canarión, fue capitán del Tenerife dirigido por Jorge Valdano, de indeleble recuerdo para todos. Así que el pleito insular, en esto del deporte rey, da para muchos titulares de prensa y no pocas bromas, pero es obligado asumir que nuestras fronteras futbolísticas son porosas, como debe ser por otro lado. Disfruté mucho con el clásico canario del miércoles pasado, un partido en el que el Tenerife recurrió a un argumento ancestral, la velocidad, frente al juego más pausado del conjunto amarillo, desbordado en este caso por las carreras de Suso o el talento de este pibe que se llama Ayoze Pérez, que a sus veinte añitos desnuda a las defensas rivales sin perder esa cara de niño incapaz de romper un plato. No olvidemos que, como ha dejado escrito más de una vez ese maravilloso periodista deportivo llamado Santiago Segurola, el tiqui-taca se inventó en Canarias, a través del estilo patentado por la Unión Deportiva de los años sesenta, que asombró en los campos de toda España y estuvo a punto de birlarle la Liga al Real Madrid. Y lo hizo con futbolistas de ambas islas, por cierto. Viva el fútbol canario sin barreras, y que nos sirva de ejemplo.