La gasolinera Repsol de Arafo reparte la suerte del segundo premio entre los trabajadores y cientos de clientes anónimos

segundo premio cae en Arafo Segundo premio lotería: Gasolinera de Arafo
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Los trabajadores celebran el segundo premio de la Lotería de Navidad. / NORCHI

NORBERTO CHIJEB | Arafo

La gasolinera-restaurante El Volcán, en Arafo, fue una de las siete estaciones de servicio del grupo González Canarias de Repsol donde se paró la suerte. La veintena de trabajadores se repartieron con el 79.712 más de dos millones de euros –casi todos llevaban un décimo- y muchos más (hasta veinte hojas) entre cientos de clientes que adquirieron ese número que regó de alegría el sureste de la Isla, casi como un desagravio por las calamidades que dejó la última tromba de agua.

Agoney Paz, un joven que lleva dos años trabajando en la gasolinera, no podía ocultar su alegría junto a compañeros y clientes mientras recibía un chaparrón de sidra El Gaitero. «Es la primera vez que me toca algo, no me lo creo», tanto que aún no hacía cuenta de lo que iba a hacer con los 100.000 euros (descontado el 20% de Hacienda) que le tocaron , «por lo pronto, guardarlo bajo llave».

El cocinero Orlando Pérez, quince años en el Volcán, era el más entusiasmado, enseñando a todo el mundo sus dos décimos, aunque comentaba que «llevo dos y medio. ¡¿Que qué voy a hacer con ellos? Gastármelos, loco, después de pagar lo que debo», comentaba mientras se dirigía a sus compañeros: «era para nosotros y cayó», recordando que este año era la primera vez que jugaban el número agraciado con el segundo premio.

Jennifer, la cajera, era de las pocas que no abandonaban el puesto de trabajo en la Repsol de Arafo. «No he tenido tiempo ni de pensar en qué hacer con tanto dinero», afirmaba mientras reconocía que todos los empleados «llevaban al menos un décimo».

Alejandro Barroso, otro empleado de la estación, reconocía casi con lágrimas en los ojos que «nunca había tenido fortuna en ningún juego» y ahora «me ha tocado un décimo y una parte de otro que juego con una peña», relataba a la vez que miraba al horizonte más cercano para «pagar una cositas y comprarme una casa».