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Salud canaria – Por Cristina Molina Suárez

El deseo más solicitado al 2014 es la salud. Políticamente me gustaría también pedir lo mismo para la sociedad canaria. Aunque lo deseable sería que un derecho básico y propio del estado de bienestar no tuviera que estar en nuestra lista de deseos. Hace unos días, ya en plenas Navidades, acudí a un hospital. Me sorprendió encontrar tanta gente y, al parecer, no había nadie en comparación con la noche anterior. Nuestros hospitales están llenos. He dedicado un tiempo a reflexionar por qué los acompañantes en ocasiones no pueden estar con sus familiares. La respuesta a la que se llega no es porque sean unos desalmados quienes ponen las normas sino porque no tenemos ni el más mínimo sentido del saber estar. Las personas en general pierden la moderación cuando un familiar está enfermo y el personal sanitario es un blanco demasiado fácil. Los organismos sanitarios en las islas no son protagonistas de grandes casos de corrupción, sin embargo, las conductas reprobables se cuelan viciosas por doquier. En el clímax situaría al Hospital General de Fuerteventura. Un hospital que muchos canarios no habrán oído nunca y que se encuentra en el destierro de la decencia. Además, inmerso en un debate sobre el hecho de que las urgencias se encuentren en barracones. Me atrevería a decir que esto es una nimiedad comparado con la mafia que allí campa a sus anchas. Como resultado, unos trabajadores cuyos contratos y devenir podrán ser diferentes si bailan o no los pasos de la canción de los de arriba. Por suerte, el hospital del sur de Tenerife cuenta con más prensa, algo indispensable para evitar que se contaminen alegremente los organismos públicos. Cómo nos iría en Canarias si el dedo que señalamos hacia lo ajeno lo pusiéramos en nuestras propias organizaciones. Mi deseo para este año es que avancemos en el camino de la coherencia. Pido y deseo que, en la práctica, no permitamos lo que no queremos que ocurra en teoría.