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La calle – Por Juan Carlos García

   

Mientras Rajoy trataba de convencer a Obama, el lunes en la Casa Blanca, del buen andar de la perrita, llamada España, a esa misma hora, un barrio emblemático de la ciudad de Burgos se echaba a la calle, un día más, para intentar paralizar una obra que, al parecer, perjudica los intereses de los vecinos. El presidente estadounidense le advertía al jefe del Gobierno español de que la reducción del paro es primordial. El líder del PP, por otra parte, al querer tranquilizar al mandatario americano respecto a la deriva independentista de Cataluña, le obsequió esta frase enmarcada: “En el mundo en que vivimos, cuanto más grande se es mejor. Cuanto más pequeño se es, sin duda alguna, mucho peor”. Quizá por ello, el barrio burgalés de Gamonal se ha echado a la calle para ser más grande. “Muy bonito, muy estético, pero inútil”. Este es uno de los argumentos de los vecinos. Son los mismos calificativos que jalonan numerosos proyectos estos años. La calle se hace grande y solidaria por momentos. En Canarias no son pocos los ejemplos sobre los que los vecinos secundan los adjetivos bonito, estético e inútil. El martes, según las crónicas, Rajoy pidió a los empresarios estadounidenses que hablen “bien de España” porque “no molesta a nadie”. Si no fuera por ser quién es, cualquiera podría tomarlo en aquel país por un charlatán de feria intentando vender la muñeca chochona. A esa misma hora, el presidente del Gobierno canario verificaba en el Palacio de la Zarzuela el “magnífico aspecto” del monarca y constataba la “magnífica disposición por parte del rey para atender los asuntos relacionados con el Archipiélago”. Como no podría ser de otra forma. Y con los asuntos relacionados con todo lugar del reino. Todos en la misma agenda. Otra muñeca chochona. A esas mismas horas, se daba a conocer los resultados de la Encuesta Social Europea, en la que se desvelaba el incremento de la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones políticas. La calle dice que no cree en los políticos cuando se confirma que la brecha salarial entre directivos y empleados se acrecienta. Los personajes de Los Miserables, de Victor Hugo, presentan argumentos para tomar la calle. Hoy en día, en algunos lugares, sin duda alguna, también.