De las ocho reformas educativas que se han hecho en España en la enseñanza media y las 13 legislaciones sobre la educación en general, ninguna ha contado con el gran consenso de todas las fuerzas polÃticas. O para ser más exactos, ninguna ha contado con el apoyo de la derecha y la izquierda al mismo tiempo.
Asà de entrada, confunde. Porque, puñetas, Viriato fue un pastor lusitano. Es decir, la historia no se puede enfocar con que Viriato era un diseñador de moda prêt-à -porter con un tal Lucchino. Pero resulta que para las izquierdas y las derechas en este paÃs la historia es parte del adoctrinamiento de las juventudes de hoy que son los votantes del mañana. Asà que no es lo mismo que los chicos se aprendan de memoria las oraciones del Kempis que las frases revolucionarias del Che. Tampoco que aprendan la historia de España pensando que la República fue la causa de todos los males o que fue un tiempo de vino y rosas cercenado por tres generales cabrones.
Las dos visiones de la sociedad que tiene el bipartidismo español parecen irreconciliables. Digo que lo parecen, porque en el fondo ambos tienen muchas cosas en común. Los dos grandes partidos defienden un statu quo que les beneficia electoralmente. Los dos se niegan a tocar los privilegios de la casta polÃtica -entre doscientos y trescientos mil cargos públicos- y de los tres millones largos de empleados que forma la poderosa burocracia española. Y los dos nos majan a impuestos para recolectar los fondos necesarios y mantener indemne la estructura del Estado.
La bronca que le han montado a Wert es más por su carácter que por la ley. El ministro es un fajador que encaja igual de bien que pega. Piensa que la gran mayorÃa de la gente es idiota y se le nota. Muchos de los que le increpan ni siquiera se han leÃdo la ley. Tiene algunas cosas buenas pero muchas espantosas. La peor de todas el olor a incienso eclesial y la oportunidad perdida de haber hecho una reforma duradera, apoyada por una gran mayorÃa del Parlamento. Hemos invertido mucho dinero en educación. MuchÃsimo. Y los resultados no están a la altura del esfuerzo. La culpa es de una amalgama de razones que abarca a profesores, temarios, reformas, polÃticos y leches en vinagre. La responsabilidad es de izquierdas y derechas. Por igual. Les importa más la formación ideológica que la educación. Los polÃticos son animales que tropiezan todas las veces que haga falta en la misma piedra. No es difÃcil de Wert.