Parece que hablar de empleo en los tiempos que corren pasa por hacer referencia a los esfuerzos destinados a promover una serie de habilidades y competencias, asà como realizar todos los procesos de formación posibles, como si esa fuera la salvación que nos ayudara a salir de ese túnel que llamamos paro. Ante esas afirmaciones suelo comentar que bajo la situación actual, además de todo esto, tendrÃamos que hacer esfuerzos en ofrecer a las personas herramientas que potencien su crecimiento personal, e incluso deberÃamos de comenzar a diferenciar el empleo del trabajo. Desde mi punto de vista, el empleo es una ocupación o un oficio por el que recibimos una remuneración económica, necesaria e imprescindible en muchas ocasiones para sobrevivir. Sin embargo, el tener trabajo está más vinculado con la sensación de autoeficacia personal, es decir, está más vinculado con el sentido vital, por eso planteo que ante la situación actual de tan alto desempleo, lo ideal serÃa que todas las personas tuvieran un empleo, pero actualmente esto parece una utopÃa, encontrándonos con personas que comienzan a no sentirse autoeficaces y generar problemas de autoestima, implementando un sentimiento de inutilidad y sin sentido personal. Por esa razón, debemos de posibilitar que las personas recuperen esa sensación de eficacia personal y sentido a través del trabajo, permitiendo a las personas poner sus capacidades en juego, como desarrollo personal o incluso al servicio de los demás o de la comunidad, lo que darÃa mayor significado a nuestras vidas. No es menos cierto que debemos de potenciar la formación laboral y la mejora de la empleabilidad, pero en muchos casos nos encontramos con un grupo muy amplio de jóvenes con talento y muy bien formados que tampoco consiguen un empleo, e incluso personas de más de cuarenta y cinco años que se han reciclado y tampoco consiguen hacerse un hueco en este mercado laboral tan selectivo. Todo pasa por cambiar términos como: beneficios económicos, aumento de la productividad o rebaja de las condiciones laborales, por estrategias que permitan potenciar en las personas las emociones positivas para luchar contra la apatÃa y la tristeza, o potenciar el optimismo inteligente como elemento esencial para actuar sobre nuestro pensamiento y asà motivarnos cada dÃa, fomentando en las personas la creatividad, y las actitudes que les permitan trazarse retos y desafÃos, personas que construyan desde la adversidad. Todo ello parece tan alejado del empleo y tan cercano a las personas que quizás nos equivocamos en donde fijamos el foco del problema.
*PSICÓLOGO Y MIEMBRO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PSICOLOFGIA Y POSITIVA | @jriveroperez