La entrevista es un género periodístico cuyo objetivo es obtener información, pronunciamientos o reflexiones de una persona en relación con sus actos o con cuestiones en las que -si se trata de un político-, pueda influir. Es obvio que si el entrevistado es el presidente del Gobierno, todo cuanto diga o calle, es relevante. De ahí, en parte, la decepción que acompaña el juicio sobre la última comparecencia televisiva de Mariano Rajoy. En ese registro no cabe atribuir toda la responsabilidad al entrevistado. Es sabido que a diferencia de otros presidentes (Felipe González, José María Aznar), Rajoy es hombre poco expansivo, cauto en sus declaraciones y escaso partidario de la componente didáctica de la política. Es más hombre de despacho que de acción y eso vale, también, para la comunicación. La imagen del “presidente de plasma”, de un presidente que recela de los periodistas y de sus preguntas es una simplificación interesada, pero tiene algo de verdad. Lo cierto es que en la entrevista de Antena 3 calló más de lo que dijo aunque quizá fue por ausencia de algunas repreguntas. No es la primera vez que escribo que creo que, de momento, Rajoy acierta al no anticipar ficha en relación con el desafío separatista que plantean Artur Mas y los partidarios de una consulta ilegal -hasta el momento instalados en el plano de los anuncios-, pero también creo que no habría estado de más aprovechar la ventana de la televisión para hacer pedagogía constitucional. A la manera de David Cameron en relación con el caso de Escocia. Sin duda habría ayudado alguna pregunta en esa dirección. Y también en relación con otros asuntos de actualidad. Por ejemplo: visto que citó al Tribunal Constitucional al contestar sobre el proyecto de ley sobre el aborto que prepara Ruiz Gallardón, haber preguntado sí libraba el alcance de la reforma a la respuesta del TC al recurso que en su día presentó el PP contra la ley impulsada por Zapatero. En fin, hablando de nuevo sobre lo de Cataluña, también se echó de menos la repregunta que habría permitido establecer el alcance de la colaboración ofrecida por Rubalcaba en nombre del PSOE para -según palabras de Rajoy-, “evitar la ruptura de una parte de España”. Siendo éste el principal problema que tenemos planteado, la lógica sugiere que las preguntas deberían haber buscado profundizar en el alcance de las respuestas. Respecto de lo dicho sobre la imputación de la infanta, hay dos formas de analizar el significado de lo que dijo al decir que estaba convencido de su inocencia: cuestión de cortesía o deseo de influir en el ánimo del juez. Me inclino por la primera.