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Eusebio da Silva – Por Luis Ortega

   

La Pantera Negra, el más conocido entre sus múltiples seudónimos, regresó a las portadas de la prensa y los noticiarios audiovisuales por su fallecimiento (debido a un fallo cardiorrespiratorio y como epílogo de los graves contratiempos de salud sufridos desde 2012) y por su multitudinario funeral. Hemerotecas y archivos devolvieron el recuerdo de los mayores y mostraron a los jóvenes a un portentoso futbolista, fuerte, habilidoso y veloz, que sucedió en la admiración general a Di Stéfano, el argentino con el que el Real Madrid ganó numerosos torneos nacionales y, de modo sucesivo, las cinco primeras Copas de Europa. Con su irrupción, el equipo de la capital de España cedió su corona al Benfica de Lisboa, en primer lugar y, luego, a las escuadras de Milán y Turín, sostenidas por industriales con nutridos recursos económicos, a los históricos clubes británicos y a los alemanes que entraron en la rueda de éxitos. El mozambiqueño Eusebio da Silva Ferreira (1942-2013) viajó a la metrópoli con 19 años y, como en el caso de todos los grandes, su fichaje por el Benfica estuvo marcado por la polémica con el Sporting de Lisboa, que alegaba derechos preferentes del prometedor delantero. Su leyenda comenzó en 1962 cuando en una memorable final con ocho goles (5 a 3 a favor de los lusitanos) alcanzaron el título de campeones continentales frente al conjunto madrileño que, tras una etapa gloriosa, iniciaba su decadencia. Desde entonces todos los intentos del exterior para lograr su fichaje se estrellaron ante la negativa personal de Antonio Oliveira Salazar, que lo convirtió en “cuestión de estado” y utilizó su popularidad para suavizar la imagen de su dictadura. “Coloqué a mi equipo, que fue también mi familia y mi casa, entre los más grandes y fui, en varias ocasiones, el delantero más elogiado del mundo. Mi modelo fue Di Stéfano que, pese a su infinita clase y facilidad para el gol, trabajaba los noventa minutos como el obrero más aplicado”, declaró en su última estancia en España, con motivo de la presentación de su compatriota Cristiano Ronaldo. Fue Balón de Oro en 1965 -el primero concedido a un portugués- y, en dos ocasiones, obtuvo la Bota de Oro, distinción destinada al mayor goleador. Con veintidós años de profesional, quince los pasó en el conjunto que lo afamó, donde marcó más se seiscientos goles, ganó once ligas y tres copas, además de la europea “frente a leyendas como Alfredo, Puskas y Gento” y, en las tres últimas décadas, fue la bandera del juego limpio y del deporte rey en el país vecino.