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Hoteles en el mar

   
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MARÍA FRESNO | Santa Cruz de Tenerife
FOTOS: MOISÉS PÉREZ

Los faros son referencia para los navegantes desde la antigüedad. Su historia, como elemento de seguridad marítima, siempre ha estado muy vinculada a la navegación, puesto que señalaban dónde se encontraba la tierra. Pero desde los años 80, con el proceso de automatización de estas señales a través del sistema de identificación automática (AIS), el papel de estas instalaciones y de los fareros ha pasado a un segundo plano, por no decir que ha desaparecido del todo. De hecho, de los 387 faros que hay actualmente en España, menos de 50 conservan la figura del farero. En Canarias, concretamente, solo queda una farera que trabaja en la instalación de San Cristóbal, en La Gomera.

Con la intención de relanzar estas instalaciones, muchas de ellas abandonas y deterioradas, Puertos del Estado está estudiando, al igual que se hace ya en muchas ciudades europeas, reconvertir los faros en pequeños establecimientos hoteleros. La idea, según fuentes del organismo portuario, es dar un uso más “atractivo” y “dinámico” a estas instituciones al tiempo que obtienen un beneficio económico por su explotación.

El mantenimiento de estas infraestructuras, muchas sin utilidad, supone un desembolso importante para la administración portuaria. Según datos de Puertos del Estado, la factura por este concepto se eleva a uno 10 millones de euros anuales, una cifra que se vería ampliamente reducida si hay empresas interesadas en explotar los faros como hoteles.

Para llevar a cabo esta idea, que Puertos del Estado ha denominado Faros de España, el Ministerio de Fomento, del que depende el organismo portuario, ha formado ya un grupo técnico donde están presentes representantes de Fomento, Costas, Medioambiente, así como expertos para estudiar la viabilidad del proyecto donde se permitirá la entrada al sector privado vía concesiones. “Se trata de analizar el uso que se le puede dar a cada una de estas infraestructuras para reconvertirlas en una especie de fonda-pensión donde el visitante entienda la cultura que hay en torno a un faro”, explicaron las fuentes portuarias.

En Canarias ya existen algunas instalaciones, que a través de concesiones a los ayuntamientos correspondientes, ofrecen servicios de restauración o de exposiciones. Actualmente, según la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, el faro de Teno está concesionado al Ayuntamiento de Buenavista del Norte como centro de visitantes; el de Fuencaliente, en La Palma, al Ayuntamiento de Fuencaliente, vinculado a la Reserva Marina y, es posible que en breve se acuerde la concesión del faro de Abona al Ayuntamiento de Arico, para acoger un restaurante.

En total, en el litoral canario hay 27 faros, de los que 13 están en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. “Hay faros en las Islas con vistas espectaculares que están abandonados y puede ser habilitados para ser utilizados por un tipo de turismo, como por ejemplo senderistas, y disfrutar de todo el entorno de paraje natural que aportan estas instalaciones”.

Sin embargo, para que esta idea prospere, el sector privado es el que tiene que dar un paso al frente y presentar los proyectos. Y, en este sentido, la iniciativa privada no está del todo convencida. Por lo pronto, el presidente de la asociación hotelera y extrahotelera de la provincia de Santa Cruz de Tenerife (Ashotel), Jorge Marichal, duda de la iniciativa de Puertos del Estado, ya que, aseguró, “a un empresario no le es rentable invertir en este tipo de instalaciones para tener una o dos habitaciones, a lo máximo cuatro. No salen las cuentas”. Otro de los problemas que añadió Marichal para que esta iniciativa sea viable es la “dificultad” de los accesos a algunos de estos faros. De hecho, muchos no tienen acceso por carretera. Por ejemplo, para ir al faro de Anaga [en la imagen central], en Tenerife, hay que hacer un recorrido por mar y luego por tierra a pié, “por lo que no es fácil”.

Asimismo, la conservación del entorno y del propio edificio también son hándicaps que hacen que más difícil aún que esta iniciativa sea “atractiva” para que el sector privado invierta. “Lo mejor es que desde las autoridades portuarias correspondientes conserven estos emplazamientos y así, en buenas condiciones, puedan ser visitados por un determinado tipo de turismo, muy específico”.

No obstante, la posibilidad de que los faros puedan reconvertirse en hoteles no es nueva. El texto refundido de la nueva Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante, publicado en el Boletín Oficial del Estado en 2011 ya abría la posibilidad de darle un uso “hotelero” y “alojativo” a algunos faros con la idea de preservar el patrimonio histórico y arquitectónico de los mismos. Sin embargo, a parte de algunas concesiones a varios ayuntamientos para iniciativas culturales o sociales, no ha habido ninguna iniciativa privada solida en este sentido.

En Tenerife hay siete faros en estos momentos dependientes de la Autoridad Portuaria. Enclavado en uno de los lugares más abruptos y aislados de Tenerife, sobre la Punta de Roque Bermejo y a media ladera de la montaña Tafada, se encuentra el faro de Anaga, constituido por una torre ligeramente cónica con linterna prismática blanca y edificio blanco con aristones grises. Auténtica reliquia del pasado, data de 1862, es uno de los pocos faros que se conserva incólume y sin grandes modificaciones entre los construidos en la época de Isabel II.

Los estudios para la instalación de un faro en Punta Rasca, parten del año 1888. Este faro, se ha establecido como estación DGPS, que junto al de Punta Lantailla, en la Isla de Fuerteventura, da cobertura a todo el Archipiélago canario.

Otro de los faros relevantes es el de Puerto de la Cruz. Está enclavado entre las puntas conocidas como las Tunitas y el muelle de Penitente. El proyecto del faro es obra de los arquitectos Estanislao Pérez Pita y Jerónimo Junquera. Las obras se iniciaron en julio de 1991 por la empresa Ferrovial, S. A., adjudicataria del proyecto, que las concluyó en septiembre de 1992, para su entrada en servicio el 21 de noviembre de 1996.

El faro de Punta Hidalgo no puede ser más característico. El proyecto de este faro mineral se concibió como una mezcla de cristales surgida del interior de la tierra, a través de las lavas volcánicas.

Emplazado en el acantilado de la punta de Teno, en el extremo oeste de Tenerife, tiene forma de torre cilíndrica de 3 metros de diámetro, pintada a franjas horizontales rojas y blancas, con torreón de dos balconcillos y 20 metros de altura. Junto a este faro, se encuentra el antiguo faro de cuarto orden, que data de 1893 cuando se terminó su construcción, proyectado por el ingeniero José Sanz Soler.

El faro de Buenavista se encuentra sobre el acantilado de la ensenada del Cansado, en el Noroeste de la Isla. El proyecto mismo se debe al arquitecto Enrique Martínez Tercero y la ingeniero de caminos Mariano Navas. La historia del último y antiguo faro de Abona parte del 16 de junio de 1898, cuando salen a subasta las obras de construcción de un faro de quinto orden, según el proyecto realizado por el ingeniero Paz Peraza. Este debería emplazarse en la punta de Abona para cubrir el hueco entre el faro de Anaga y de Punta Rasca.