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Jorge Andrés Gorrín: “Yo sigo siendo… el rey”

   
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Jorge Andrés Gorrín Arzola. | DA

NICOLÁS DORTA | Granadilla

“Líneas eróticas. Le atiende Jorge, dígame”. Así contesta Pochocho, como conoce todo el mundo a Jorge Andrés Gorrín Arzola, vecino de Granadilla y nacido en La Rajita (La Gomera). No trabaja y tampoco le hace falta. La suerte le persigue: “Un día la cogí y le dije ven para acá, no la solté”, comenta. En 2006 ganó El Sueldazo de la ONCE, del cual percibe hasta 2031 un total de 6.000 euros al mes. El 22 de diciembre jugó tres décimos del número 79.712 y ganó 375.000 euros del segundo premio del Sorteo Extraordinario de Navidad. Unas dos semanas más tarde, el 6 de enero, los Reyes Magos le trajeron 75.000 euros al obtener el segundo premio del sorteo del Niño, con el 69.362, que, como en Navidad, también cayó en Tenerife, y un décimo lo aquirió en Granadilla.

El afortunado llega al restaurante de la gasolinera donde toma café todos los días montado en su BMW descapotable. Saluda al personal y se toma un cortado en el bar acompañado de ron miel para aliviar la afonía que lo tiene sin cantar desde Fin de Año. Una de sus pasiones es la música y en el maletero del deportivo guarda un timple para las parrandas. “Pero sigo sieeeendo el reeeeey”, entona como puede. A pocos metros de la gasolinera tiene una finca donde cultiva hortalizas con su hermana y donde posee varios cerdos amaestrados, que trata como a mascotas. Allí construye una casita de madera y un espacio donde celebrará esos tenderetes que le hacen feliz.

Jorge Andrés ha hecho de todo en la vida, hasta estuvo 10 años en un barco de pesca donde se recorrió Canarias y Cabo Verde. Tiene 57 años y a este “soltero de oro”, nunca mejor dicho, se le ve saludable. Sigue jugando a la lotería y su objetivo es “lograr el póquer del Euromillón”. Asegura que el dinero no le ha cambiado y que lo importante “es conservar la humildad”, eso sí, sin dejar de hacer chistes. “¿Crees en el amor a primera vista o tengo que dar varias vueltas por ahí?”, le dice a una joven mientras sonríe. Quizás su actitud despreocupada atraiga el buen azar. No se sabe.