A veces en forma de actualidad y otras muchas acudiendo a la historia, a lo anecdótico e incluso a la experiencia personal, discreta y humilde, la filosofía de esta columna es la de contar las múltiples realidades que el complejo mundo africano nos ofrece. Mi madre falleció hace unos días y ya no podrá leer -o quizás sí- las trescientas setenta palabras que apenas conforman este poco pretencioso espacio, con el que el decano de la prensa canaria le da una oportunidad al continente vecino. Sobre todas las cosas, África es mujer; pues son ellas, con sus anchas y silenciosas espaldas, las que más sufren las desigualdades y tiranías de un continente que es un crisol donde lo bello y lo cruel de la mano van. Motivos estos, expuestos, por los que les pido disculpas ante lo irregular del escrito; apelando a su comprensión al permitirme brindar unas líneas a mi madre, que vaya si se lo merece.Y no será porque no haya mucho que contar: Centroáfrica se sume en un caos donde el verdadero trasfondo es el tráfico de diamantes ilegítimos; los Congos cada vez son más Congos; los sombríos intereses occidentales parecen salirse con la suya y mantienen a Egipto entubado hasta que aparezca otro Mubarak el amaestrado; Mali; Túnez vuelve a revivir el quimérico anhelo de acercarse al laicismo; Sudán; la Sudáfrica pos Mandela; y una larga lista de cuestiones apasionantes a la par que complicadas. Lo más cerca que mi madre estuvo de África fue al poner sus pequeños pies sobre una piel de Springbok que en el salón descansaba y por algunas de las cartas que desde Ciudad del Cabo y Namibia le llegaban. Creo, seguramente equivocado en mi ignorancia, que [ella] nunca terminó de comprender mi profundo e íntimo nexo con Sudáfrica. De manera análoga, no tuve ni la oportunidad ni la valentía de leerle muchas de las narraciones que en un cajón guardo; y desconsoladamente, tampoco pude explicarle como de alguna forma, en nuestro interior todos somos un poco Sudáfrica; ¿pues qué es nuestra senda vital sino una acuarela donde lo mejor y lo peor se conjugan bajo la sucesión éxitos y fracasos?
A la memoria de María del Carmen Abad Pérez.
cuadernosdeafrica@gmail.com