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¡Quién fuera extranjero! – Por Enrique Arias Vega

   

España es uno de los cinco mejores países del mundo donde vivir, según los jubilados de Estados Unidos y Canadá. Lo dicen teniendo en cuenta los niveles de renta, salud, transporte, ocio y coste de la vida. Ya ven qué paradoja: mientras aquí cada vez tiene que irse más gente a buscarse las lentejas fuera del país, hay extranjeros que prefieren vivir entre nosotros. Y no me refiero a esos jóvenes británicos que vienen a emborracharse por cuatro duros, hasta perder el conocimiento, sino a honestos pensionistas a quienes aquí les cunden sus ahorros mucho más que en su país.

La encuesta de la revista Forbes, que es la que aporta estos datos, aun sería más concluyente si se refiriera a los jubilados del norte de Europa, quienes se encuentran en España con buenos retiros, rodeados de compatriotas, con supermercados, bares y colegios en los que se habla su idioma y hasta con concejales de su propia nacionalidad.

En cambio, el panorama del pensionista español resulta muy distinto, con prestaciones ridículas y congeladas, teniendo que mantener a unos hijos en paro y a unos nietos sin expectativas de encontrar trabajo: toda una desdicha para un país en el que, según la Fundación Alternativas, se está destruyendo a pasos agigantados la otrora vertebradora clase media.

Para colmo, aquí existe un gran número de ciudadanos que no quieren ser españoles y cuya obsesión consiste en segregar un trozo de territorio patrio, como si ello pudiese arreglarles la vida.
Ante semejante cuadro, la lástima es no ser extranjero, como los encuestados por Forbes. Así uno podría decir que aún quiere vivir en España sin que por ello se le caiga la cara de vergüenza.