España es uno de los cinco mejores paÃses del mundo donde vivir, según los jubilados de Estados Unidos y Canadá. Lo dicen teniendo en cuenta los niveles de renta, salud, transporte, ocio y coste de la vida. Ya ven qué paradoja: mientras aquà cada vez tiene que irse más gente a buscarse las lentejas fuera del paÃs, hay extranjeros que prefieren vivir entre nosotros. Y no me refiero a esos jóvenes británicos que vienen a emborracharse por cuatro duros, hasta perder el conocimiento, sino a honestos pensionistas a quienes aquà les cunden sus ahorros mucho más que en su paÃs.
La encuesta de la revista Forbes, que es la que aporta estos datos, aun serÃa más concluyente si se refiriera a los jubilados del norte de Europa, quienes se encuentran en España con buenos retiros, rodeados de compatriotas, con supermercados, bares y colegios en los que se habla su idioma y hasta con concejales de su propia nacionalidad.
En cambio, el panorama del pensionista español resulta muy distinto, con prestaciones ridÃculas y congeladas, teniendo que mantener a unos hijos en paro y a unos nietos sin expectativas de encontrar trabajo: toda una desdicha para un paÃs en el que, según la Fundación Alternativas, se está destruyendo a pasos agigantados la otrora vertebradora clase media.
Para colmo, aquà existe un gran número de ciudadanos que no quieren ser españoles y cuya obsesión consiste en segregar un trozo de territorio patrio, como si ello pudiese arreglarles la vida.
Ante semejante cuadro, la lástima es no ser extranjero, como los encuestados por Forbes. Asà uno podrÃa decir que aún quiere vivir en España sin que por ello se le caiga la cara de vergüenza.