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No quiero ser mal pensado, pero… – Por David Sanz

   

No quiero ser mal pensado, pero las circunstancias obligan: ¿qué ha cambiado desde que la dirección de Costas dijera que rodar la estación de bombeo de la rotonda Blas Pérez González, en la entrada sur de Santa Cruz de La Palma, hacia la zona de Camesa era técnicamente imposible, a que ahora haya reconsiderado esa decisión y vea con buenos ojos el traslado de esta polémica infraestructura a la zona portuaria? Las leyes, no; las mareas que rompen contra la capital, tampoco; el presupuesto, menos. ¿Entonces, qué es lo que ha pasado en estos últimos tiempos? ¿Será que han cambiado las personas o, mejor, el partido que gobierna la capital? Porque en este corto margen de tiempo pasó de mandar en Santa Cruz de La Palma el Partido Socialista, para estar ahora en manos del Partido Popular, de quien depende el Gobierno de España, luego la Dirección de Costas. No quiero ser mal pensado, pero la jugada canta más que la depuradora y el relato tiene una lógica que permite ir atando cabos. Porque hasta hace bien poco, Costas sostenía que, velis nolis, el llamado mamotreto no se podía ubicar en otro lugar que no fuera la rotonda. Pero parece que la política hace milagros técnicos, y donde antes se decía que era imposible, ahora parece que existen posibilidades. No quiero ser mal pensado, pero uno empieza a preguntarse si toda esta operación no estaba urdida con una cierta premeditación y alevosía. Sea así o no esta teoría conspiranoica, por el bien de Santa Cruz de La Palma hay que alegrarse de que al menos se abra una vía de esperanza para resolver una polémica que empezaba a cronificarse. Por otra parte, tampoco hay que cargar las tintas contra Costas que, cuando la crisis estaba asomando la patita, decidió hacer una inversión potente en el litoral de Santa Cruz de La Palma para construir la playa y gastarse los cuartos en la realización de la necesaria red de saneamiento que no quiso invertir el Gobierno de Canarias, pese a tener esos fondos comprometidos con la ciudad. Quien se ha mantenido al frente de esta polémica desde el principio ha sido un sector crítico de la población, liderado por el presidente del Casco Histórico de Santa Cruz de La Palma, Juan Arturo San Gil, a quien hay que valorar que gracias a su empeño se abra una nueva expectativa sobre esta obra, en la que todo el mundo coincidía que no iba a ubicarse en el mejor sitio.