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¿Redención o rendición? – Por Ramiro Cuende Tascón

   

En estos debates que mantengo a solas conmigo mismo no paro de darle vueltas a un asunto que desde niño me rondaba: ¿cómo hay gente con la arrogancia o la maldad de practicar su religión contra otros por la gracia de su dios padre o madre? Me desconcierta, porque en nombre de esta miserable ventaja se han hecho las mayores atrocidades en la historia de la humanidad. Pienso que las dos cosas, estos de ahora nos están doblando de forma simulada, ¿le suena?, mientras redimen nuestros pecados en forma diferida. Pecados, no veniales, de los otros, de los mortales de dura penitencia con remordimiento y estropalle de conciencia ¡Inolvidables tiempos aquellos de la culpa en la fila del confesionario! Sí, me temo que en aquellas estamos, de vuelta a las ya andadas. Son implacables, no por ser de la derecha que nos ha sorprendido con mayúsculas y en negrilla, a los hechos me remito. ¿Por qué será que cada vez que nos dirige un neocelta nos monta unos cirios del copón? Todos pensábamos o, queríamos pensar que el PePé de autos estaba cerca o se iba a parecer a la UCD de aquel gran político apellidado Suárez, y, me temo que al paso que vamos volveremos a la casilla de salida, a la España cruel que con tanta brillantez retrató Berlanga en Plácido. Tras su libertad y su lujuria de clase, están no lo dude los rescoldos de una Fuerza Nueva. Como le dijo a Gregorio Peces Barba el señor Gallardón, padre del ministro de Moral e Injusticia ¿De derechas yo?, espera que conozcas a mi hijo. Así se escribe la historia. El Celta Mariano llamó a sus huestes y les dijo ¡Eureka, tengo la solución!, vamos a disfrazarnos, unas, de lobas con piel de cabritilla, que a la España cañí la pone, y, los mozos de lobeznos con piel de mansos cabritos, con la siguiente consigna. Prometer y prometer hasta meter, meternos o entrarnos, y luego si te vi no me acuerdo. Porque, España lo que se dice España solo puede ser la nuestra. Eufóricos con el brazo en alto, algunos con los dos, gritaron ¡Santiago, algunos Mariano, y cierra España! Esa es la explicación a la historia que vivimos. Mariano no hace sino tostarnos vuelta y vuelta, de la mano de sus aguerridas escuderas Fata y Morgana, y de su cohorte de iberos ministros. No puedo olvidar sus palabras del día que salió en la tele, porque como dijo Muñoz Molina, fue a salir en la tele lisa y llanamente, frente a una tal Lomana que temblaba al preguntarle no fuera a despertar al celta que lleva dentro. Mis ministros son sagrados, y punto pelota.