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El último esperpento – Por David Sanz

   

Al margen de la Virgen de Las Nieves, en La Palma no nos ponemos de acuerdo en nada. Cualquier cosa que se haga o deje de hacerse es una magnífica excusa para discrepar, enfrentarnos y soliviantarnos unos contra otros, mientras que el tiempo pasa inmmisericorde y aquí nadie mueve una piedra por miedo a que lo dilapiden. La playa de Santa Cruz de La Palma, el Observatorio del Roque de Los Muchachos, el aeropuerto, el puerto, las carreteras. Todo, o casi todo, es casus belli. Alguno habrá incluso que sienta admiración por esta actitud y querrá darle valor a este estado de opinión, que más bien se parece a un estado de sitio, por el supuesto espíritu crítico del que deberíamos sentirnos orgullosos, que incluso trataría hasta de justificar históricamente. Lo siento, pero no. El inmovilismo que alimenta este debate eterno y acalorado, nos ha convertido en una especie de sociedad rumiante, adicta a masticar las ideas pero con serias dificultades para digerirlas. Así han pasado décadas, moliendo el futuro sin construirlo. El último episodio dantesco derivado de esta actitud es el de la Fuente Santa. Solo faltaba que después de los siglos que costó encontrarla, ahora pierda sus propiedades. Espero y deseo que Carlos Soler esté equivocado en su diagnóstico. Asistiríamos, entonces, a uno de los mayores ridículos de la historia insular. Perder de esta manera el que estaba llamado a convertirse en el maná que daría vida a esta tierra sería un esperpento digno del más conspicuo Valle-Inclán. Al margen de esa sospecha, que confío que no sea verdad, deberíamos por una vez hacer menos crítica y sí un poco de autocrítica, y reconocer que hemos mareado la perdiz de tal manera que hemos sido incapaces de impulsar, desde el año 2008 en que se halló, un proyecto turístico decente para este manantial de aguas tan prodigiosas como parece que son las de la Fuente Santa. Este recurso, en cualquier otro lugar del planeta, hubiera empezado a caminar de forma inmediata. Pero no, aquí hay que discutir si es un proyecto municipal o insular; si hay que crear una comisión y quién entra o sale de la misma; le damos una patada en el trasero a su descubridor; se define a medias en la planificación; etc. La Palma tiene que ser, de una vez, ambiciosa en sus objetivos y tirar de lo que tiene con fuerza, obviando tanto circunloquio vacío si no quiere secarse.