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Bocadillos con humor y sabor a deporte

   
Margarita Santiago Padron Margot cafeteria Pabellon Santa Cruz

Margot Santiago regenta la cafeteria del Pabellón de Santa Cruz. | FRAN PALLERO

ANA MARTÍN OVAL | Santa Cruz de Tenerife

Todos pasamos parte de nuestra vida en las cafeterías. Cuando no es en el desayuno, es en la merienda, por trabajo, como lugar de encuentro… Al frente de la cafetería del Palacio Municipal de Deportes de Santa Cruz de Tenerife nos encontramos cada día a Margarita Santiago Padrón, o como mejor es conocida, Margot. Es frecuente que a determinadas horas de la mañana ni se pueda hablar con ella, pues sus bocadillos y pulguitas son demandados por los clientes, no solo del Pabellón, donde se encuentra el personal del Organismo Autónomo de Deportes de esta capital, sino también los estudiantes en prácticas del Hotel Escuela en sus descansos. Hasta el punto de que sus clientes asiduos han puesto nombre a sus bocadillos: el carpintero, el albañil, el peluquero... Uno de los más demandados es el madero, pues dicen que la Policía sabe mejor que nadie dónde están los mejores sitios para comer, ya que se encuentran todo el día patrullando. Margot, con la ayuda de su hermana Carmen, ofrece el desayuno más barato: café y pulguita por 1,70 euros. Tiene comensales de toda la Isla, de ahí que otro de sus bocadillos se llame el portuense; e incluso internacional, como el mulato.

El Pabellón es el hogar de algunos de los clubes más representativos de la ciudad: CB Santa Cruz, CB Tenerife Isla Única, Uruguay FS, CV Cuesta Piedra. Sus jugadores pasan por el bar de Margot a reponer fuerzas todos los días. También lo frecuenta antes de sus entrenamientos la plantilla del CD Tenerife. Ha conocido algunas figuras del deporte de las que guarda grato recuerdo como: Kodro, Paunovic, Edu Moya y echa de menos otras épocas doradas en las que se organizaban torneos de baloncesto de renombre, con figuras que empezaban a despuntar como Rudy Fernández.

Se puede decir que lleva una década atendiendo la dieta de muchos y los problemas de otros -incluidos sus amigos los plumillas de la prensa- que buscan una charla amena cuando acuden al bar, incluso hacer risoterapia.