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Chuleta de cuello – Por Román Delgado

   

La intención inicial de la columna de hoy era hablar de fútbol, del deporte nacional por excelencia, el mismo que practican cientos de miles o millones de personas pero que ven, siguen y hasta discuten y pelean por él muchas más, y subiendo… Mi reclamo de hoy sonaba a fútbol, pero se cruzó en ese plan sincero aunque poco elegante el ministro de Justicia y su proyecto de ley del aborto, algo más placentero (con perdón) si se quiere dar caña… Ruiz-Gallardón me puso difícil la elección, demasiado difícil como para no optar por echar la pelota fuera, meterme en la caseta y ponerme la ropa idónea para acudir a una rueda de prensa o entrevista. “¿Quizás a una entrevista sin preguntas…?”, pensé, y a la vez solté tremenda carcajada, por no llorar bien temprano delante de la brisa fría y penetrante, el dardo invisible que te hace tirar de rebeca y bufanda y correr a donde la ventolera liviana no forme arma destructiva con la corriente enhebrada entre puertas y ventanas. Así estuve toda la penosa mañana de grados perdidos en el termómetro, con el exalcalde de Madrid en la cabeza, dando vueltas y más vueltas, con ideas que iban y venían hasta ver si, ¡zasss!, enganchaba el modo sutil de la penetración. Pero resultó que el frío me empujó a la barra de acero inoxidable a por un café largo, oscuro y bien calentito, y en esa espera de olfato abierto al tueste natural, entre toses sonoras y fiebres de color rojo, fijé la mirada en un periódico local… Y ocurrió, ¡zasss!, allí estaba: vi al carnicero de Los Realejos que también es alcalde del pueblo de al lado, San Juan de la Rambla, hombre humilde que parece trabajador, de los que mejor que no hablen mucho para que no se equivoquen mil veces y de los que, pese a su infinita incapacidad, a críticas que explosionan en sus pies, caras y manos, pese a la lluvia que lo empapa todos los días, uno detrás de otro…; pese a todo lo que le cae encima, la condena judicial y a que tiene menos votos que ovejas caben en una cuadra chica…, ahora sale en público a decir que se siente herido, lastimado y dolido por su partido. Y lo entiendo; de verdad que lo entiendo. Por eso, lo dejo aquí. Así que voy a sacar de banda, que antes fue fuera a mi favor. Quizás en el descanso me acuerde del ministro. No… Prefiero a Tomás, más sincero; pan fresco amasado a mano y de leña. Por lo menos sabe cortar una chuleta de cuello; llenar el plato vacío. Con eso, tal y como está el patio, por ahora paso del fútbol, que prefiero evitar lágrimas a cantar goles.

@gromandelgadog