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¿Demasiado ruido? – Por Leocadio Martín

   
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“El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda” Concepción Arenal.

Nos rodea el ruido. Desde las conversaciones de nuestros compañeros de trabajo, el tráfico fuera o la música que escuchamos de fondo, no somos conscientes del bullicio de nuestro ambiente diario habitual. Estamos acostumbrados a él, nos decimos. Pero lo cierto es que el sonido de los martillos neumáticos a lo lejos, el sonido de los wasaps o las conversaciones más o menos cercanas pueden tener un efecto real en nuestra salud y bienestar.

A. Bronzaft, psicóloga experta en el estudio del impacto psicológico del ruido de la Universidad de Nueva York comenta: “El ruido lo percibe nuestro oído, pero es el cerebro quien decide si este sonido no es deseado, incómodo o insoportable para nosotros”.

A cualquiera de nosotros, en un momento u otro, le ha sacado de quicio la fiesta del vecino a altas horas de la noche. O el ruido del camión de la basura a primera hora de la mañana. Pero lo cierto es que esto va más allá de una molestia ocasional o de una noche difícil para dormir. De hecho, vivir en un vecindario ruidoso -particularmente cerca de la carretera o al lado de un aeropuerto- es más que exasperante. Puede, de hecho, ser mortal, según un estudio llevado a cabo por el Centro Conjunto de Investigación de la Comisión Europea y la OMS.

Una exposición constante a la “polución sonora”, concluye el informe, puede conducir a un aumento de la presión sanguínea e incluso ataques cardíacos.

También confirma lo que los psicólogos vienen diciendo hace años: el ruido crónico puede retrasar el desarrollo infantil y tener un efecto duradero en su desempeño académico además de en su salud.

En un clásico estudio, desarrollado en una escuela elemental cercana a un tren elevado, en Inwood, Nueva York, la diferencia de aprendizaje entre los alumnos cercanos al tren y los que estaban en clases en el interior del edificio podía llegar ¡a un año académico!

El ruido era lo suficientemente molesto como para provocar que los profesores dieran clase el 11% menos de tiempo en las aulas cercanas a las ventanas exteriores. Para probar el impacto, Bronzaft volvió a la escuela unos años después. Se habían incorporado sistemas para mitigar el ruido de las vías y se pudo constatar, así, cómo el rendimiento académico se había equiparado, independientemente de la clase en la que se estuviera.

El entorno laboral también es una de las fuentes de ruido que nos afectan a diario. Una reciente investigación, publicada en The New Yorker, revela el impacto negativo que tienen los entornos diáfanos de trabajo, tan comunes como son en la actualidad.

Los investigadores han hallado que la mezcla de sonidos particulares presentes en los espacios abiertos de trabajo disminuye la capacidad de los empleados para recordar información o llevar a cabo tareas básicas como sumar y restar.

La música no parece ayudar. A pesar de que muchos de nosotros utilizamos música para aislarnos del ruido que nos rodea, desafortunadamente, no sirve. La música puede mejorar el humor y hacer que estemos más alerta, pero de hecho, puede distorsionar nuestra capacidad para recordar información. Como curiosidad, escuchar música que no nos gusta puede mejorar nuestra memoria, pero nada como el silencio para ello.

Asimismo, el ruido puede tener un efecto todavía mayor en aquellas personas que desarrollan multitarea. ¿Y quien no lo hace? Pues el ruido reduce la capacidad de llevar varias tareas, todavía más.

Por si fuera poco, el ruido también puede conseguir que nos cuidemos menos. En el estudio que citamos más arriba, sobre los espacios abiertos de trabajo, se encontró que las mujeres expuestas al ruido eran más propensas a sentarse incorrectamente o a escribir en posición inadecuada.

*Psicólogo | leocadiomartin.com | www.facebook.com/leocadiomartincambiate | @LeocadioMartin