X
... Y NO ES BROMA >

Gripe solidaria – Por Conrado Flores

   

Los datos que maneja Sanidad en torno a la actual epidemia de gripe apuntan a un pico durante las primeras semanas de febrero. O sea, que a pesar de que apenas encuentro a una persona sin un pañuelo de papel en la mano y la nariz como un semáforo, lo peor está aún por llegar. Los culpables: el virus H1N1, que a vista de microscopio tiene forma de broche de macramé, y el H3N2, que actúan en una proporción de 60% y 40%.

Pero no te confundas, esta es la nueva gripe española de la depresión económica. Y lo es porque antes cuando tenías 39º de fiebre, estabas afónico, tenías flemas verdes y apenas podías tragar una cucharada de miel, el médico te ponía en un papel aquello de “guardar reposo” y te quedabas en casa un día o dos escribiendo tu testamento junto a un agua de poleo-menta. Qué tiempos aquellos en los que uno guardaba reposo cuando enfermaba… Hoy, al contrario, vamos al trabajo a compartir solidariamente con todos nuestros compañeros todo nuestro arsenal de virus de colores.

Al principio, tus compañeros te miraban con cara de pena pero cuando a tu carraspeo se le unieron continuos golpes de tos y expectoración de flemas, la pena se convirtió en asco y temor. Tú básicamente no te quedas en casa por sentimiento de culpa y por miedo. Aunque sabes que te estás muriendo acudes al trabajo pensando en los que no tienen la suerte de tener uno o coaccionado por tu superior. Así, bajo la anacrónica y antiproductiva mentalidad empresarial española, a muchos jefes les reconforta ver a su trabajador (o lo que queda de él) en su puesto, aunque esté en pésimas condiciones, sin pensar en la calidad de su trabajo, ni en el retraso del tiempo de recuperación, ni en que pronto el número de trabajadores que estarán como él se multiplicará por contagio.

Así que lo que hace un español llegado a este punto es automedicarse, la segunda afición más extendida en este país después del fútbol. Y a pesar de que los antibióticos no curan las gripes te metes media caja que encontraste en tu botiquín y que te has ido tomando sin respetar su posología, como si fueran caramelos de menta. ¿A quién sorprende entonces esta epidemia de gripe solidaria?