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Un ídolo de verdad – Por Agustín M. González

   

Estaba buscando un héroe para mis hijos y me acordé de mi hermana, Milucha. A ella siempre le ha gustado el deporte. De jovencita practicó el voleibol y de mayor se aficionó al fútbol, primero con su novio y luego con sus dos hijos, con los que recorrió todos los campos de la Isla. Ahora, de madurita, se ha convertido en una gran aficionada al tenis. Bueno, en realidad, más que del tenis en sí, se ha convertido en una fanática de Rafa Nadal. No se pierde un partido del manacorí por la televisión, sea a la hora que sea. No cabe duda de que es un espectáculo verle jugar, con ese derroche de fuerza y talento que le hacen casi invencible. A pesar de su juventud, el currículo deportivo de Nadal es ya tan extenso y extraordinario como difícilmente igualable. Pero además, a eso hay que añadir una personalidad ejemplar. Como deportista es un héroe y como persona es un modelo, respetuoso y discreto. Con esa combinación de fuerza, sacrificio y nobleza se ha ganado la admiración y el respeto de la gente de dentro y de fuera del deporte en todo el mundo. Es un referente comprometido pues no se ha mordido la lengua cuando ha tenido que criticar a los que hacen trampas con el dopaje. Es la integridad personificada. Se lo rifan las agencias publicitarias para los mejores anuncios. Proyecta una imagen insuperable de éxito y de fiabilidad. Pero no es solo imagen. Rafa es un verdadero ejemplo para los deportistas y, sobre todo, para los jóvenes. Con Nadal los chicos aprenden que el éxito se consigue con esfuerzo, ilusión, superación y honradez. Ni las graves lesiones ni los problemas familiares por la separación de sus padres los usó nunca de excusa. El mallorquín es grande cuando gana, y más grande aún cuando pierde. Lo demostró hace poco en el torneo de Australia, cuando en la final, a pesar de estar lesionado en la espalda, no quiso retirarse y aguantó como pudo hasta que acabó el partido, y perdió, para no quitarle méritos a su rival, el suizo Wawrinka. No es la primera vez que hace algo parecido. Es un gigante en lo deportivo y en lo humano que merece con toda justicia ser considerado el mejor deportista español de todos los tiempos. Es el ídolo de verdad que quiero de espejo para mis hijos, y no esas otras estrellas de gomina, Versace y Ferrari que invaden teles y revistas y contagian su tontería a nuestros jóvenes de hoy en día.