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LA PUNTA DEL VIENTO >

La Iglesia pecadora – Por Agustín M. González

   

Soy cada vez menos católico, poco apostólico y nada romano. Pero soy cristiano. Soy creyente; a mi manera, pero creyente. Estudié en un colegio de curas. Guardo un recuerdo imborrable de mis 11 años en los Salesianos y tengo el convencimiento de que San Juan Bosco era un tipo cojonudo que entregó su vida por ayudar a los jóvenes desamparados. Creo en el Cristo que vino a revolucionar la historia de la humanidad con un mensaje de amor al prójimo, pero cada día que pasa creo menos en esta Iglesia pecadora e hipócrita que no cumple lo que predica. La Comisión de Derechos del Niño de la ONU acaba de acusar al Vaticano de no haber reconocido jamás la magnitud de los crímenes sexuales cometidos durante décadas por parte de sus religiosos, y de no haber tomado las medidas necesarias para proteger a los menores. Habla de decenas de miles de casos. Aseguran que los abusos se siguen cometiendo de forma sistemática mientras la inmensa mayoría de los culpables goza de total impunidad. Por ello, la Comisión de los Derechos del Niño exige al Vaticano en este durísimo informe que destituya de sus cargos y entregue a la policía a todos aquellos que sean culpables de abusos sexuales a menores, a los que hasta ahora ha encubierto transfiriéndolos de una parroquia a otra, o a otros países. Decenas de religiosos responsables de abusos sexuales siguen en contacto con niños con la connivencia, por tanto, de la Santa Sede, que calla y mira para otro lado. El Vaticano infringe la Convención de los Derechos del Niño y en lugar de tomar medidas, rectificar y pedir perdón, desde Roma contestan que este informe de la ONU “es un ataque al ejercicio de la libertad religiosa”. Ni Juan Pablo II ni Benedicto XVI tuvieron la valentía y la humildad suficientes para poner fin a esta vergüenza. Confío en que ahora el papa Francisco sí lo haga, pues ha mostrado en reiteradas ocasiones su “desprecio público hacia los que se han aprovechado de los privilegios del Vaticano”. Esta Iglesia pecadora tiene que pedir perdón y actuar de una vez por todas, y con contundencia, contra los delincuentes que hasta ahora ha protegido. Eso, o se alejará definitivamente de los fieles… y de Dios.